Le debo varias cañas al secretario general del PSE y candidato a lehendakari por ese partido, Eneko Andueza. Hacía tiempo que nadie –quitando, claro, a Feijóo; vean el espacio a la izquierda de estas líneas– me servía en bandeja tantos temas sobre los que escribir. Apenas el domingo me explayé a cuenta de su pretendida crítica al aspirante jeltzale, Imanol Pradales, por haberse confesado independentista. Hoy, la percha para lo que viene desde aquí hasta el punto final la tomo en unas palabras de nuevo con olor, aparte de a alcanfor, a argumentario machacón.

Emplazaba Andueza al PNV a escoger la reforma del Estatuto de Gernika con los socialistas o la elaboración de un nuevo estatus con EH Bildu. Hasta la elección de los términos mueve a la sonrisa. Se diría que lo primero –la tal reforma– es un trabajo menor de chapa y pintura, mientras que lo del nuevo estatus roza la insurrección y está a un cuarto de hora de la declaración (ya volvemos con la palabra) de independencia. Pues, vayamos por partes. De entrada, pretender que un Estatuto que sigue desvergonzadamente incumplido 44 años y pico después de su aprobación no requiere más que un par retoques sitúa a quien lo propone a la vera verita del PP. En cuanto a la demonización del nuevo estatus, cabe señalar que, si no ha salido adelante después de dos legislaturas en la nevera, es porque en Sabin Etxea y en Lakua han apostado por un acuerdo verdaderamente transversal y no por lo que les pedía el cuerpo.

Pero eso que anoto ya es viejo. Parece que Eneko Andueza no ha leído el pacto para la última investidura de Pedro Sánchez entre el PSOE y el PNV para la última investidura de Pedro Sánchez, que en su punto 2 dice literalmente: “El reconocimiento nacional de Euskadi, la salvaguarda de las competencias vascas y un sistema de garantías basado en la bilateralidad y la foralidad serán ámbitos a dialogar y negociar entre ambos partidos”. No hay nada más que añadir.