Aunque parezca mentira la situación puede empeorar más todavía. Si ya eran duras las condiciones de vida de los gazatíes antes de la ofensiva israelí, el octubre pasado, no podemos imaginarnos cómo lo es ahora, cuando una parte de sus viviendas han sido arrasadas completamente por las bombas (se compara su imagen a los bombardeos de las ciudades alemanes por los aliados en la SGM), donde no hay apenas luz, agua ni acceso a alimentos ni medicinas, debido a la negativa del Ejército israelí a permitir que los convoyes humanitarios alcancen a los más de dos millones de palestinos de la Franja, cientos de miles de ellos desplazados. La última decisión de EEUU de vetar en el Consejo de Seguridad de la ONU la petición del secretario general, António Guterres, de un alto el fuego obligada, ha venido acompañado por las sobrecogedoras imágenes de docenas de jóvenes palestinos semidesnudos, sentados en el suelo y la cabeza gacha, sin mover un solo músculo (como en las cárceles de Guatemala), en actitud sumisa y a merced de los israelíes, para comprobar que ninguno era militante de Hamás.

Gaza y el genocidio

Los israelíes no podían creer que en un área donde Hamás tiene una importante influencia, en Yabalia, pudiera haber civiles inocentes, estando en edad militar. En otras palabras, consideran que todo palestino joven o de mediana edad sólo puede ser un activista. Mientras éstas y otras imágenes de duros combates horrorizaban a la opinión pública internacional, al vicealcalde de Jerusalén, Arieh King, sólo se le ocurrió publicar en su perfil, subiendo así un grado más la descalificación de los palestinos: “No son seres humanos y ni siquiera animales humanos, son subhumanos y así es como deben ser tratados”. Y también instó a “enterrar vivos con excavadoras” a estos “musulmanes nazis”. Otro gobierno instaría a la dimisión inmediata del vicealcalde. Nada hay más nazi que descalificar de esta forma a otro ser humano. Al tildar de animales a los palestinos les está cosificando de una manera totalmente inhumana, lo que parece legitimar la estrategia de contraterror que está empleando Israel en toda la Franja. No sólo es denunciable sino tremendo como se pervierte algo tan importante como la Shoah para justificar otro horror, diferente, eso sí, pero igual de espantoso. Es incomprensible la resistencia de Hamás, mientras la población civil está pagando un peaje terrible por su empecinada actitud, que no va a ninguna parte, salvo a provocar más daño y víctimas.

Por eso, la decisión de Tel Aviv de llegar hasta el final es tan insensata ahora mismo como lo que implica que las milicias de Hamás no entiendan lo que han provocado y permitan que sus congéneres padezcan lo indecible. Gaza ha dejado de ser un lugar maldito para convertirse en un erial, en el cual hay millones de seres humanos lanzados a la boca del infierno. Desde la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el primer ministro, Mohammed Shtayyed, explicaba que se está preparando el terreno para cuando por fin cesen los combates. Según afirmaba, se pretende que Hamás se convierta en un socio menor para la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) que aglutine a los grupos palestinos, con el fin de preparar el terreno para la constitución de un futuro Estado. Claramente, la ANP parece incapaz de entender lo que está ocurriendo. De hecho, la respuesta del primer ministro israelí ha sido tan tajante como demoledora a estas incautas declaraciones: “No habrá Hamás, lo eliminaremos”. Más claro agua, aunque no sea posible asegurar algo así. Y añadía desabridamente: “El hecho mismo de que ésta sea la propuesta de la Autoridad Palestina sólo fortalece mi política: la Autoridad Palestina no es la solución”. Y, ¿cuál lo es, si puede saberse? ¿La destrucción del pueblo palestino? Eso parece.

Escuchando tanta fría hipocresía –Israel ha hecho poco por buscar una solución– y tanta desacertada visión (en el caso de la ANP), uno se pregunta una vez más hacia dónde se dirige este contexto. Y si, en el fondo, Hamás sólo ha facilitado las cosas a Israel para actuar como quieren sus halcones. Aunque su inesperado y brutal ataque hizo tambalear al Gobierno de Netanyahu, debido a su incapacidad de prever la agresión y como consecuencia salvaguardar la vida de los israelíes asesinados, ahora la sociedad israelí ha cerrado filas respecto a lo que considera que es una lucha vital contra Hamás. Los datos son bastante escalofriantes a este respecto, no siendo en absoluto conscientes los hebreos por lo que están pasando los propios palestinos en el lance.

En un sondeo elaborado por la Universidad de Tel Aviv a finales de octubre, sobre los bombardeos masivos, el 57,5% de los encuestas respondía que era “demasiado poco” intensos, frente al 36,6% que sí los consideraba apropiados. Únicamente el 1,8% lo veía como excesivos. En suma, el 94,1% israelí daba por buena en mayor o menor grado los bombardeos sobre Gaza. Asimismo, en otra encuesta, el 87% aprobaba la continuación de la ofensiva terrestre tras el breve alto el fuego temporal que permitió el intercambio de rehenes. Estas impresiones a pie de calle son muy significativas, pero no en el mejor de los sentidos, si a eso unimos los inefables juicios del vicealcalde de Jerusalén. Así el alto número de víctimas que se han producido en la Franja, más de 18.000, la mayoría mujeres y niños, no tiene apenas incidencia en los medios hebreos que han codificado una frase resolutiva y manida: “Es o nosotros o ellos”. Y esto les permite autoconvencerse de que el sufrimiento de los civiles no existe, lo que está en juego en Israel es un “nunca más”, el síndrome equívoco de revivir el Holocausto. Tampoco los informativos, controlados por el Ejército, desvelan lo que está ocurriendo en realidad, dando por hecho que todas las víctimas son milicianos de Hamás… deshumanizando así a los palestinos. Por eso, el reputado investigador Omer Bartov ha advertido que estas actitudes pueden derivar en una intención genocida, pero dirigida contra… los civiles palestinos.

Doctor en Historia Contemporánea