Al mundo y a sus gentes les ha dado por disfrazarse. Disfracémonos, que no nos conozca nadie, parece ser la consigna. Quizás todo esto no sea más que la prolongación de Halloween, esa verbena histórica que ha crecido como la caja contable de los comercios que se dedican al treat or trick. Por regla general, nos sentimos muy cómodos dentro de nuestros disfraces. Algunas veces los interpretamos, otras hasta nos los creemos. O eso parece.

Halloween eterno

Después de haber contemplado con gran curiosidad a Toro Sentado invadiendo el Capitolio en Washington, relajado con sus cuernos de bisonte y su flamante bandera, pensaba haber visto casi todo en el mundo de la caracterización. Jake Angeli, el intérprete de Toro Sentado y cuyo nombre no consigo identificar con el de ninguna tribu indígena, se mostraba orgulloso de sus tatuajes así como de su gran popularidad.

Angeli afirmaba, sin que se le moviese una pluma, que tanto las élites del partido demócrata de Estados Unidos como de Hollywood, son parte de una red de pedófilos y no pueden gobernar. Así que se fue a asaltar el Capitolio hace casi tres años. Lo más conmovedor del caso es que el hombre, también conocido como “el lobo de Yellowstone”, se comparaba con Jesús, Gandhi y Martin Luther King. El disfraz no le hace justicia a este portento.

Estos días en Argentina han doblado la apuesta por el travestismo. Un señor que amenazaba con una motosierra en sus mítines se ha convertido ahora en presidente del país. No es esta su única extravagancia: confesó que Dios le anunció a través de su perro, ya muerto, que sería presidente. Javier Milei ha añadido un nuevo renglón al disparate. Se proclama anarco-capitalista, haciendo creer a sus paisanos, un poco despistados, en la cuadratura del círculo. O se es capitalista o se es anarco, las dos son excluyentes. Me temo que en cuanto el fanático, gritón e inestable Milei se quite el disfraz, Argentina se va a sentir como Cenicienta de vuelta a casa. Y claro que vamos a llorar por ella.

Más cínico, si cabe, me parece lo de Netanyahu y el representante israelí en la ONU. Este último, Gilad Erdan, ha acusado a los países que pidieron un alto el fuego en Gaza de colaborar con el nazismo de Hamás. Netanyahu lo ha apoyado y el alto representante de Israel se ha puesto una estrella amarilla en el ojal de su chaqueta rememorando el Holocausto que sufrieron sus antepasados. Para el actual gobierno israelí el recuerdo del sufrimiento del Holocausto es como una póliza de seguro que les permite blanquear el genocidio. Mientras bombardea Gaza hasta la extenuación Netanyahu reclama su papel de víctima.

Pero para disfraces creativos los que hemos admirado estos pasados días en las protestas de la calle Ferraz y aledaños en contra de la amnistía, es decir, de que gobiernen “los rojos”. Algún gran almacén se ha quedado sin subsistencias. Hemos visto también rosarios; muñecas hinchables; cascos de los tercios y banderas con gallina y sin gallina, con agujero y sin él. Me pregunto qué tipo de tara severa tiene alguien que se lleva una chochona a una manifestación. Si hubiesen hecho un casting de zoquetes, le habrían puesto en muchos apuros al director.

Me he tenido que frotar los ojos un par de veces, pero el cromatismo de la imagen ha sido tan poderoso que hasta los políticos de Vox han abandonado la sesión de investidura y se han unido a la alegre y disfrazada muchachada. Les pega más, la verdad. Lo peligroso sería que llevaran el ministerio de Economía o el de Educación, por ejemplo.

También, es verdad, se ha manifestado gente pacífica y de orden, pero el protagonismo ha sido para la turbamulta empeñada en llevar a la hoguera a los periodistas que cubrían la información y en saquear la sede socialista si hubieran podido. Son los mismos Toro Sentados del Capitolio en su versión celtibérica.

Pero incluso disfrazados reconocemos a todos estos personajes que se dieron cita en Ferraz y otros puntos de Madrid. Son los militantes y simpatizantes de una ultraderecha analfabeta, antidemocrática, connivente con el fascismo y de la que Feijóo no quiere o no puede prescindir. El también se sabe disfrazar según pinte la ocasión. Veremos de qué le toca próximamente.

Periodista