Los estudiosos de los fenómenos comunicativos han desarrollado una poderosa batería de conocimientos sobre el comportamiento de los medios, sus funciones y finalidades. La aldea global ha sido estudiada por sus cuatro puntos cardinales y todavía de vez en cuando se anuncian nuevos conocimientos sobre estudios de esta materia. En esta panoplia de sistemas comunicativos, resulta de importancia suma la presencia de la tele en sus variados formatos. Los estudios muestran la importancia de lo audiovisual en la comunicación moderna, sobre todo en las actuaciones en directo, que demuestran la capacidad de convocatoria de la tele y agrupa a millones de televidentes ante el directo de una retransmisión, como hemos podido contemplar en las emisiones de las sesiones de investidura del Jefe de Gobierno. El dominio de las cámaras, de los tempos, de la captura de los hechos en tiempo real convierte a estas piezas informativas en grandes ejercicios de producción y consumo televisuales. La actualidad marca los ritmos del corazón mediático y los espectadores asisten a la ceremonia informativa con empatía y fidelidad asumiendo la realidad a partir de lo que captan las cámaras en un ejercicio de sustitución de lo real por lo icónico de la imagen contemplada. La tele se convierte en eje comunicativo a lo largo de la emisión en momentos calientes de dinámica informativa poderosa, ante acontecimientos que polarizan el consumo televisivo en las sociedades democráticas, haciendo de este pequeño electrodoméstico casero fuente de construcción de la realidad. Es el poder mediático de un ingenio que domina la sociedad moderna. Es la dictadura de la tele en la pelea mediática de nuestros revueltos y revoltosos tiempos.
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