Ayer se inauguraba en Zas Kultur la exposición Imprecisiones del artista Jesús Ramírez. Actualmente, se pueden visitar seis exposiciones en este espacio administrado por un colectivo de artistas. Es notable destacar esto, considerando que el panorama para las artes visuales en esta ciudad es poco favorable, sin galerías de arte, becas para la creación y apoyo al coleccionismo.
A pesar de que las artes visuales representan la exploración cultural y son el terreno más experimental de la cultura, son las menos respaldadas tanto por el público como por las instituciones. Sin embargo, como señala el artista y escritor Isidro López Aparicio en su libro La actividad económica de los artistas en España, los artistas continúan trabajando incluso si no venden su obra. Según este estudio, solo el 15% de los artistas viven exclusivamente del arte. Ante esta realidad, aquellos que deciden dedicarse al arte en la actualidad son unos locos o temerarios, o tal vez ambos. No es sorprendente que muchos opten por emigrar o buscar empleo en campos relacionados mínimamente con el arte. En realidad, la ciudadanía debería acudir masivamente para apoyarles en su heroica cruzada cultural, navegando contra viento y marea. Lamentablemente, la población está muy ocupada asistiendo a actividades divertidas y multitudinarias. Afortunadamente, espacios como Zas Kultur brindan un primer punto de apoyo en esta difícil “escalada” que es el arte. La pregunta ahora es dónde encontrar el segundo o el tercero. Desde luego, en esta ciudad no.
Imprecisiones evoca el aroma del papel y el carboncillo, materiales esenciales en las artes que el artista utiliza para dibujar. A través de ellos, recrea fotografías familiares a gran escala que no le pertenecen, sino que ha descubierto en rastros y mercadillos. De esta manera, se adentra en el territorio de imágenes de personas desconocidas para él. Estas fotografías han sido abandonadas, posiblemente por sus dueños o herederos. Aunque su propósito original era evitar el olvido y convertirse en objetos que preservan fragmentos de memoria, ese objetivo se ve traicionado. Recolectarlas y darles nueva vida se convierte en uno de los propósitos de esta exposición. Es inquietante encontrarse con estas imágenes que en algún momento formaron parte de un relato familiar más amplio y tenían un profundo valor sentimental para alguien, pero que ahora se han convertido en imágenes errantes y descontextualizadas. Como ruinas de la memoria. La obra de Jesús ha trascendido la mera creación de un archivo, convirtiéndose en una colección que reflexiona sobre las diversas formas en que solíamos preservar la memoria familiar, sobre la materialidad de los álbumes fotográficos que cada vez son menos relevantes en un mundo digital donde las imágenes inmateriales quedan obsoletas casi de inmediato. Tal vez por eso, Jesús difumina las imágenes familiares, desenfoca los rostros de las personas, como si esa memoria ya no tuviera posibilidad de enfoque.