A quienes son futboleros les tiene que sonar el título de esta reflexión. Se suele comentar cuando en un partido las cosas se ponen difíciles y conviene levantar la moral para la recta final. De eso sabe mucho mi equipo, el Real Madrid, especialmente en su competición fetiche como es la Champions League.
¿Cuántas veces, cuando nadie daba un euro por que continuara, se ha levantado de la lona, ha continuado fajándose y ha acabado con la victoria? El pasado año fue un ejemplo al límite de algo así. A las gentes socialistas, incluso a las progresistas o de izquierdas, les conviene hoy recordar estas anécdotas en un instante especialmente difícil.
Acaban de pasar las elecciones municipales, forales y autonómicas en una parte de nuestro país con un nefasto resultado para este sector. El socialismo y, como consecuencia, la izquierda ha perdido una parte fundamental de su poder autonómico y municipal. Cinco autonomías van a pasar a manos de PP y Vox, Comunidad Valenciana, La Rioja, Baleares, Aragón, Extremadura y probablemente Canarias. Sólo se han salvado Castilla la Mancha, Asturias y con mucha probabilidad, Nafarroa.
Ahora el mapa de España se tiñe de su color en lo que ya han denominado la marea de azul. La cuestión es dilucidar si es sólo marea o acaba siendo tsunami. También en la parte municipal el 28-M ha resultado catastrófico. Además de la hecatombe de Madrid, se han perdido, o se perderán el próximo 16 de junio, plazas importantes como Valladolid, Cádiz, Valencia, o Zaragoza. Ha sido un fracaso sin paliativos.
¿Cuáles han sido las razones de estos resultados? Como se suele decir, doctores tiene la Iglesia, pero parece evidente que una parte importante del electorado no ha valorado, o no ha sabido valorar el inmenso trabajo realizado por el gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez.
O quizás que no se ha sabido exponer, que ha fallado la comunicación. También que han existido elementos que la extrema derecha y la derecha extrema han sabido exprimir con habilidad. La última metedura de pata de Bildu con sus listas ha hecho mucho daño fuera de Euskadi y Nafarroa, rematando la jugado los últimos casos de supuesta compra de votos que han afectado al PSOE.
¿Existen también casos del mismo estilo en el PP? Por supuesto, pero no han tenido ni tienen la misma repercusión pública.
Aquí las izquierdas deberían reflexionar, aunque ya sea tarde, sobre cuál es la situación de los medios de comunicación en nuestro país y qué medidas se deberían tomar en el futuro.
Por último existe otro elemento que ha hecho mucho daño, especialmente en los últimos meses. La enfermedad crónica que les infecta; su cainismo estructural.
A las derechas también les afecta, pero ellos han aprendido con el tiempo a ladrarse pero no morderse, mientras que nosotros nos devoramos hasta las últimas consecuencias.
Lo ocurrido en las izquierdas a la izquierda del PSOE debería figurar en los códigos de cómo perder las elecciones de la manera más estúpida. Además sin ningún tipo de autocrítica. ¿Qué habría pasado este 28-M si Podemos, Sumar, IU, Adelante Andalucía, Compromís, etc., hubieran ido en una sola lista? ¿Cuántas comunidades y ayuntamientos se habrían conservado? Bastantes, por no decir la totalidad.
Pero no vale lamentarse. Lo hecho, hecho está. Pero cuando a las 11 de la mañana de anteayer andábamos las izquierdas reflexionado, buscando las razones del descalabro y lamiéndonos las heridas, mientras las derechas se relamían de gusto adivinando el remate de su jugada en diciembre, apareció Pedro Sánchez y nos cambió el sentido de la marcha de manera sorpresiva.
Anunciaba que convocaba elecciones generales anticipadas para el 23 de julio.
De que la sorpresa era general daba fe la cara descompuesta de Feijóo unos minutos más tarde en una rueda de prensa que no tenía prevista. Les había pillado desprevenidos en pleno festejo por su triunfo. Ahora, vuelta a empezar, se decían entre aturdidos y perplejos. Sánchez, siempre Sánchez, en su línea.
Surgían los interrogantes y análisis. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿A quién beneficia?
Esta reflexión intenta responder a los mismos. Es probable que no tuviera otra alternativa, lo contrario era condenar al gobierno y a él mismo a una tortura de seis meses de agonía. Con ello lograba varios efectos de tacada. Por un lado, obliga a las izquierdas a su izquierda a ponerse de acuerdo de una vez por todas, consciente de que las necesita fuertes para esas elecciones.
Después del debilitamiento de los más reacios, Podemos, ahora les resultará más fácil y pondrán menos impedimentos. Ha quedado claro el suicidio que les supone ir separados y que les podría llevar a una situación parecida a C’s. Otra hipótesis podría ser que los votantes de izquierdas, conscientes de que la opción más sólida es el PSOE, que a pesar de todo, es quien mejor ha aguantado el tirón, apuesten por el voto útil.
Al situarse la fecha de estas nuevas elecciones por imperativo legal el 23 de julio, consigue otros dos efectos. Acudir a ellas solo unos días después de asumir la presidencia de la UE el 1 de julio y situarlas después de la constitución de los ayuntamientos y Comunidades Autónomas, o en pleno proceso de negociación en el caso de estas últimas.
Esa negociación en el caso de Comunidad Valenciana, Baleares, Cantabria, Extremadura y Aragón pasa por un acuerdo PP-Vox con la consiguiente caída de careta para el primero con efectos inciertos.
En la misma situación están capitales importantes como Valladolid, Burgos, Cáceres, Guadalajara, Cuenca, Gijón, Toledo, Valencia e incluso Palencia por citar algunas de ellas. Ir el 23 de julio a las urnas después de esos pactos puede tener un efecto devastador en el electorado de esas derechas, en especial el más moderado del PP, más en concreto el que les ha llegado de C’s.
Por último, consigue que hoy mismo se disuelvan las Cortes y ya no pueda haber más votaciones con Bildu o ERC.
El único daño colateral puede venir a la hora de constituir el ayuntamiento de Iruñea. No parece prudente en pleno proceso electoral y con la que ha caído aupar a Asiron a la Alcaldía con los votos del PSN. ¿Quizás una jugada dejando a UPN hasta que después se le pueda descabalgar del mismo?
¿Suicido, decisión arriesgada, o jugada maestra? ¿Audacia o temeridad? La noche de ese próximo 23-J se verá.
Viví en vivo y en directo todo lo ocurrido tras el convulso Comité Federal del 1 octubre 2016, en el que los poderes fácticos obligaron a dimitir de Pedro Sánchez. Aquel día muchos de dentro y fuera del mismo pensaron que habían acabado con él, que habían vencido. Se equivocaron. Solo un pequeño grupo de leales entendíamos que no y acertamos. En esta ocasión podría pasar lo mismo, porque aunque no lo sepan aún queda partido para Pedro Sánchez y además aún le queda su comodín de la suerte. Veremos...