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Sálvame Ana Rosa

Telecinco ha anunciado la cancelación de su programa estrella tras 14 años cosechando éxito de audiencia. Sálvame, que comenzó en 2009 como complemento al reality Supervivientes, se ha convertido, para bien y para mal, en historia de la televisión. Más allá de filias y fobias es difícil negar que en este tiempo han inventado, tal vez no un nuevo género televisivo, pero sí una nueva forma de comunicar mostrando en pantalla todo aquello que hasta entonces los programas en vivo trataban de ocultar al espectador. Lo que ocurría entre bambalinas, en este caso los pasillos de Mediaset, lo que pasaba durante la publicidad o los fallos técnicos o contratiempos que podían surgir en el directo se convertían ahora en parte fundamental del contenido del programa. También exprimir hasta la última gota la vida y miserias de sus colaboradores. Muchos lo han tachado de telebasura hasta el punto de colocarlo como el ejemplo más representativo de lo peor de la televisión a pesar del respaldo fiel del público. La cadena parece ahora decidida a dar un giro y quiere desmarcarse de su pasado. Lo paradójico es que para iniciar esta nueva etapa apueste por Ana Rosa Quintana. La reina de las mañanas televisivas lleva años perpetrando algo muy parecido pero disfrazado de información y rigor periodístico. Al menos Sálvame no intentaba engañar a nadie.