En Euskadi existen más de 88.000 personas sin empleo y sorprendentemente tenemos varias profesiones con ausencia absoluta de mano de obra, que se está convirtiendo en un serio problema.
La pandemia nos enseñó que en muchas ocasiones lo que escasea en Euskadi también escasea en Europa, por lo que, un claro ejemplo de este efecto contagio lo estamos viendo en la falta de personal sanitario, siendo un problema generalizado en todo el viejo continente (datos provinientes de ELA, Autoridad Laboral Europea).
Quizás, este dato de carencia de profesionales sanitarios lo tenemos ya interiorizado pero, seguro que nos sorprende saber que apenas tenemos albañiles, soldadores, fontaneros, carpinteros (informe EURES, European Employment Services), pero aún así, tenemos una tasa de desempleo superior al ocho por ciento (8%).
Cuidado, porque no estamos hablando de tendencias del mercado laboral, sino de déficit estructural. En el otro extremo, tenemos un excedente de trabajadores con un serio problema de activación laboral por excedente de oferta respecto a la demanda, y me refiero a personal administrativo, asistente de ventas, decoradores o periodistas.
¿Qué estamos haciendo tan sumamente mal que no somos capaces de adecuar la oferta formativa con el fin de reajustar dicha ausencia de trabajadores y ese excedente de desempleados? Lanbide lleva años intentando equilibrar este desajuste pero el problema trasciende y afecta al envejecimiento de profesionales, y a la limitación de oferta formativa, como en el caso de los sanitarios o decisiones erróneas personales en nuestro proyecto vital.