Si, como afirmó Ramón Tamames en el Congreso, Isaac Asimov explicó en una hora y cuarenta minutos la caída del Imperio Romano, la moción de censura que el viejo profesor protagonizó en nombre de Vox no llegará a una línea/tres segundos en la historia reciente. Todo ha sido ruido, contaminación acústica e ideológica, populismo barato que se ha llevado un inmerecido foco. La política es otra cosa. Un tanto eclipsadas por el lamentable espectáculo de la moción, están pasando cosas interesantes. El lehendakari Urkullu lleva en los últimos días asumiendo un inusitado liderazgo en foros que trascienden a la comunidad autónoma vasca. Entre la sorprendente adhesión de los presidentes de Galicia (PP), Asturias (PSOE) y Cantabria (PRC) a la propuesta lanzada por Urkullu (que lidera un Gobierno PNV-PSE) de impulsar la macrorregión atlántica como lobby para defender los intereses del maltratado eje del norte de la península, hasta la Declaración de Bilbao dentro de la iniciativa RLEG firmada por quince ejecutivos regionales para constituir un foro interinstitucional para tener voz propia en Europa, pasando por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CAV, Nafarroa, Aragón, Catalunya, Andorra, Nueva Aquitania, Occitania) o la Eurorregión –no confundir con la macrorregión– que forman la CAV, Nafarroa y Nueva Aquitania –presidida por el socialista Alain Rousset–, Urkullu ha sido capaz de llevar la política al terreno de lo real, aglutinando intereses comunes por encima de las ideologías particulares y logrando adhesiones casi impensables a iniciativas en pos del bien común. Quizá estos asuntos aburren más al personal que los (merecidos) memes que ha inspirado la casposa –en todos los sentidos– moción de censura de Tamames. Pero estas son las cosas de comer. Quizá la derecha lo llame “macrorregión Frankestein”, porque pone de acuerdo a nacionalistas, socialistas, independentistas, conservadores, regionalistas... Pero es, sin duda, la Europa que viene, cercana a la ciudadanía. La política útil.