Acaba el periplo del Tour por tierras de Dinamarca. Sorprende la primera parte de la etapa con esa fuga consentida de Magnus Cort, que se ha dado un auténtico baño de masas. Creo que los equipos invitados tienen claro que no van a llegar a meta y, de momento, no están para acumular minutos en la tele. En el Tour el nivel de competición es más alto que el del Giro o la Vuelta y es más difícil para los equipos pequeños tener huecos en las denominadas escapadas bidón. Los WorldTour van a por todas, a sumar victorias. No quieren dejar nada al resto y eso se nota. En cuanto al final de etapa, lo de siempre, una caída. Demasiada tensión y nervios. Todos quieren estar delante y no hay sitio. En esta ocasión Rigoberto Urán ha salido perjudicado y ha perdido tiempo respecto a los favoritos. Es moneda común en la primera semana. Seguro que les pasará a otros durante los próximos días porque el Tour funciona de esa manera. En cuanto a la resolución de la etapa, creo que el Quick-Step se ha equivocado. Ha trabajado demasiado. Suelen esperar más y les gusta aparecer cuando restan tres kilómetros para la meta. En esta ocasión asomaron faltando unos siete kilómetros para el final. Muy lejos. Eso lo han pagado. Jakobsen estaba sentenciado a 500 metros porque ha perdido la posición. Estaba muy mal colocado. Paradójicamente, la victoria ha sido para Groenewegen, que causó la caída de Jakobsen hace dos años en Polonia. Se llevó muchos palos por todo aquello. De algún modo creo que él también ha sido víctima de aquel incidente que tanto ha marcado a ambos. Particularmente me alegro de que haya podido ganar. l

El autor es exciclista de Once, Euskaltel-Euskadi y Liberty y director del Grupo Eulen.