omo Cicerón con el dictador Catilina, los científicos siguen preguntándose hasta cuándo el volcán de la Palma seguirá en erupción, después de más de sesenta días de castigar a la población con fuego, cenizas, gases tóxicos y destrozos generalizados. La cobertura de este suceso natural ha movilizado a los equipos informativos de periódicos, radios y televisiones, más drones, en un esfuerzo difícil de mantener en el tiempo y que amenaza con desesperar a los profesionales que ya no saben desde qué ángulo tratar la actualidad de este fenómeno natural. Los medios cubren como pueden, el escenario de la actividad volcánica y mantienen el interés de sus audiencias con el envío de periodistas al lugar de los hechos, y cada día es más difícil conseguir imágenes y secuencias inéditas en la vida de una noticia que de momento parece languidecer y reactivarse a la hora siguiente. La pregunta recurrente que asoma en las intervenciones periodísticas a los científicos desplazados a la Palma es hasta cuándo durará la actividad del volcán de Cumbre Vieja, cuando terminará la expulsión de lava y gases tóxicos y otras de corte semejante. Los periodistas machacan a los personajes de la actualidad con cuestiones reiterativas y machaconas que no ayudan a digerir semejante escenario mediático. Y mientras tanto, con sigiloso caminar los elementos de la Navidad van asomando en las teles que ya programan publicidad navideña. Un año más, casi sin enterarnos, estamos a un mes de estas señaladas celebraciones y la pequeña pantalla se llena de reclamos comerciales que animan al consumo y la fiesta; si el virus y las autoridades sanitarias lo permiten, que la pandemia todavía sigue rugiendo con numerosos infectados, ingresados y fallecidos, la fiesta se desarrollará con normalidad.
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