La hora de despedirse ha llegado. Rapa llega a su fin tras tres temporadas en Movistar Plus+, y tanto el equipo de la serie como los espectadores tienen ahora que decir adiós a los personajes de Maite, Tomás y los paisajes gallegos convertidos en escenarios de thriller. 

Estamos ante la temporada final. ¿Cómo se siente?

Es bastante curioso, porque generalmente cuando acabas una obra hay un punto de alegría general, pero en este caso va un poco más allá. No sé si tiene un poco que ver con esta sensación que tuvimos todos los que estuvimos implicados de enorme responsabilidad por cerrar la serie, por hacer una temporada que estuviese como a la altura de las expectativas y que pudiese ser un cierre muy satisfactorio, y al mismo tiempo porque nos metemos como en jardines complejos. El personaje de Tomás está pasando por un momento complicado, y queríamos poder ser honestos con lo que estamos planteando e ir a saco, pero al mismo tiempo que la serie siguiese manteniendo ese espíritu lúdico, de thriller intrigante y demás, y la sensación fue de que el cierre fue superemocionante. Estoy más contento y orgulloso, porque me gusta mucho y no me suele pasar tanto (risas). Me gusta lo que hago, obviamente, pero hay algo de “qué cosa más especial conseguimos entre todos aquí, qué obra más potente”. 

Las historias de los personajes son intensas, las tramas también, pero algo que sin duda hace que esta serie sea única en su especie son esos paisajes gallegos. ¿Qué se lleva de ellos?

Me ocurre algo muy curioso, porque en el caso de la serie Hierro sentí una fascinación absoluta por el paisaje. Yo soy gallego, y era un lugar tan exótico y especial..., que en el caso de Rapa no me ocurre porque para mí es un paisaje cotidiano. Intentaba retratarlo con verdad, generando imágenes que pudiesen tener fuerza, pero sin ese elemento de fascinación absoluta porque para mí es cotidiano. Y me resulta muy curioso cuando desde fuera se percibe con esa misma fascinación que yo sentía en el caso de Hierro y me alegro mucho de que ocurra. 

En el norte tenemos varios territorios que parecen despertar la inspiración para hacer thriller. Ocurre también con Euskadi. 

Es que Euskadi, en cuanto a naturaleza, es un prodigio. 

Además del paisaje y el clima, ¿qué invita tanto a imaginarse esas escenas tan oscuras? 

Yo tengo la sensación de que todos los paisajes y todos los lugares pueden invitar a jugar con el thriller. El thriller es un mecanismo desde el que aproximarse a la realidad, y creo que puede ser muy útil para hablar sobre quiénes somos, sobre nosotros como sociedad, sobre nuestros límites en esas zonas del carácter humano, y cualquier lugar da pie a ello. Lo que pasa es que, claro, hay lugares en los que eso genera un enorme contraste y lugares como los nuestros del norte que no juegan tanto por contraste sino más a favor. Los territorios del norte (Galicia, Euskadi...) tienen algo telúrico, y esa relación con el tiempo, la lluvia, la luz... conecta de una forma directa y es muy sugerente. Creo que generan imágenes muy poderosas. 

Por Euskadi se han pasado hace unos días ustedes también, con motivo del FesTVal. ¿Cómo ha sido esta aventura? 

Fue una maravilla. A mí me gusta mucho Euskadi, y tengo tendencia a trabajar con ayudantes de dirección vascos. En el caso de Rapa es gallego, pero es prácticamente el único ayudante de dirección gallego que tuve en tiempo. Me ocurría que conozco bien Bilbao y Donostia, pero no conocía Vitoria. Y para mí fue una gozada, porque nos pasamos como cinco días y nos dio mucho tiempo para pasear por la ciudad, ver los museos, comer, que qué bien comimos... (risas). Nos lo pasamos muy bien. 

Ya ha llegado el final de 'Rapa'. kiko delgado

Allí presentaron esta nueva temporada de Rapa, serie en la que desde el principio nos han presentado a un dúo de investigadores de lo más atípico. 

Que luego se convierte en trío (risas). 

¿Seis capítulos les han sabido a poco para cerrar todas las tramas abiertas?

No, yo creo que están en el punto correcto. Obviamente cada serie o proyecto tiene las necesidades que tiene. A mí en este caso me parece que es una longitud que es muy acorde a lo que queremos contar. No ocurrió nunca ni lo de tener que estirar, pero tampoco ocurre lo de tener que cortar. Creo que está muy equilibrado. 

Se puede ver que hay muy buena relación entre todos. 

La verdad es que sí, y en general por mi experiencia siempre ocurre. Pero con excepciones. Yo viví situaciones que no se las deseo a nadie, pero en este caso hay muy buen rollo, y tiene que ver también con la generosidad de los protagonistas. Si tienes algún protagonista que se dispara en modo estrella puede ser bastante pesadilla, pero Javier Cámara es tan bestialmente generoso y divertido -además de un actor de un talento inconmensurable- que conecta a lo bestia con sus compañeros de reparto y con todo el equipo. Realmente, el ambiente era muy bueno, y eso ayuda muchísimo.