El internet de las cosas se ha posicionado como una herramienta de futuro para ayudar a los ciudadanos a afrontar la era poscoronavirus, que estará marcada por las medidas sanitarias y las limitaciones de aforo en los espacios públicos.
Kits para detectar la fiebre de los trabajadores, sistemas de conteo de personas a través de teléfonos móviles o dispositivos para monitorear la salud a remoto son algunas de las nuevas tecnologías que se han abierto paso en las últimas semanas.
La empresa zaragozana Libelium, especializada en el desarrollo de sensores inteligentes, lleva quince días adaptando su tecnología a la nueva realidad causada por la COVID-19, lo que ya ha llamado la atención de compradores de Estados Unidos, Nueva Zelanda o Grecia.
La compañía ha recibido en los primeros días un total de 350 pedidos de dispositivos tecnológicos adaptados al coronavirus, que podrán facilitar el acceso de las personas a empresas, supermercados e incluso piscinas, cuando finalicen las fases de confinamiento.
"Estamos adaptando la tecnología del internet de las cosas a los tiempos poscoronavirus para que las compañías y pequeñas empresas puedan recuperar la normalidad", ha explicado a Efe la directora de marketing de Libelium, Elena García.
Sensores de fiebre, el producto estrella
Los sensores para detectar la fiebre han sido la tecnología más demandada por las compañías extranjeras, con el objetivo de evitar el contagio entre sus empleados cuando se reactive la actividad económica.
A pesar de que la fiebre no es el único síntoma que presenta el coronavirus, García ha señalado la importancia de instalar este tipo de dispositivos en la entrada de empresas, hoteles e incluso medios de transporte como primera medida de control.
"Cuando se reabran los aeropuertos y las estaciones ¿Vamos a dejar paso libre a todo el mundo?", se ha preguntado la responsable de marketing.
Libelium oferta un sensor que detecta la fiebre a 15 centímetros de distancia y que permite realizar tres mediciones en apenas cinco segundos, preservando la privacidad de las personas, ya que no quedan registradas en ninguna cámara de vídeo.
Conteo de personas a través del móvil
Otra de las tecnologías que ha adaptado en las últimas semanas Libelium es un dispositivo que permite contar el número de personas que se encuentran en un espacio, gracias a la señal de sus teléfonos móviles.
García ha explicado el efecto positivo que puede tener este sistema para mantener la distancia de seguridad en comercios o supermercados, sin que un trabajador tenga que apostarse en la entrada para contabilizar los accesos y salidas de usuarios, uno por uno.
"El mercado americano está identificando que para volver a abrir los negocios tiene que instalar un sensor en cada puerta", ha remarcado la directora de marketing de Libelium.
La salud se puede monitorear en remoto
Como consecuencia de la crisis sanitaria del coronavirus también han cobrado importancia otros productos de la empresa zaragozana como el maletín My Signals, un dispositivo que es capaz de medir una veintena de parámetros de salud a distancia.
"Es una manera de descongestionar los servicios médicos y de ganar efectividad", ha expresado García, quien ha puesto en valor esta tecnología para los momentos en los que se produzca una "saturación de los hospitales".
El maletín, que está especialmente diseñado para personas que sufren alguna enfermedad crónica, mide algunos datos relevantes para controlar el coronavirus como la fiebre, la capacidad pulmonar o el nivel de oxígeno en sangre de los pacientes.
"En el mercado ya existen muchas tecnologías, el reto está en saber informar a la población sobre ellas", ha subrayado la directora de marketing.
Los sensores para medir la contaminación del aire o la calidad del agua en las piscinas son otras de las aplicaciones que han adaptado en las últimas semanas en Libelium, que también se ha visto afectada por la crisis económica derivada del coronavirus.
Con estas nuevas tecnologías pretenden compensar la caída de facturación que han sufrido en el primer trimestre del año como consecuencia de la reducción del mercado asiático y de la cancelación de eventos como el Mobile World Congress de Barcelona.