Cuando la campaña 2025-26 está dando aún sus primeros coletazos, parece un verdadero milagro que el Baskonia vaya a endurecerse mínimamente y oponer un campo de minas que dificulte las evoluciones al rival de turno. Tras el amago de resurrección protagonizado ante el Real Madrid, el conjunto vitoriano se quedó a oscuras en la visita a un París Basketball que manejó la velada con una facilidad insospechada.
El Baskonia volvió a ser un conjunto de plastilina en tierras galas que, con independencia de los problemas físicos sufridos por Forrest y un inoperante Howard, tendió una alfombra roja en defensa para el lucimiento de los atléticos jugadores de Tabellini.
Se llevan disputados seis partidos entre ACB y Euroliga, pero el dato ya es terrorífico. En cinco de ellos, la escuadra alavesa ha encajado 100 ó más puntos. El Panathinaikos se quedó únicamente en 86, pero el Olympiacos (102), el Asvel (102), el Zaragoza (107), el Real Madrid (100)y el París (105) han puesto de manifiesto las carencias azulgranas en un aspecto del juego que está resultando sangrante.
Ni a nivel colectivo ni tampoco individual ofrece respuestas un Baskonia sumamente tibio que se deshace como un azucarillo al menor soplido. Sus constantes cambios automáticos que dejan a menudo a un pequeño vendido cerca del aro se traducen casi siempre en una canasta en contra.
Tabellini ordenó esta vez a Robinson y Hifi atacar una y otra vez a Nowell abriendo así un nuevo socavón en el entramado de Galbiati. Claro que otros jugadores predestinados a elevar la temperatura física del equipo también continúan sin encontrarse a sí mismos. Es el caso de Sedekerskis, al que M’Baye destrozó en el uno contra uno dejando entrever su falta de solidez en una faceta donde solía brindar numerosos intangibles. El lituano, maltratado por las lesiones en los últimos tiempos, está realmente desconocido.
La estética propuesta que Galbiati está tratando de implementar en Vitoria carecerá de sentido si el Baskonia no es capaz de detener esta sangría de puntos en contra. Al rival de turno le basta con una buena circulación de balón para desnudar la fragilidad azulgrana.
Si a la mala defensa en el uno contra o del dos por dos se suma la desesperante tibieza en el cierre del rebote defensivo quedan justificados los males de un equipo vitoriano frágil a más no poder. La Euroliga exige músculo, dureza en la pintura y un carácter belicoso que en este Baskonia, de momento, brilla por su ausencia.