Todo está listo para que el próximo martes a las 18.00 horas de comienzo una nueva edición de la mejor liga de baloncesto de Europa, campeonato que se inaugurará con el debut de dos de las novedades de este año, el Dubái Basketball y el Hapoel Tel Aviv, que recibirán respectivamente al Partizan de Belgrado y al Barcelona. Poco después, a las 20.30 horas, será el turno del Baskonia, que recibe en el Buesa Arena a uno de los favoritos al título como es el Olympiacos.
Será una cita de máxima exigencia para los hombres de Paolo Galbiati, pero es que esta temporada no va a haber ningún partido fácil en la que se perfila como la Euroliga más dura de la historia. Si el conjunto gasteiztarra ya venía los últimos años haciendo frente a un calendario infernal, este curso tendrá que disputar cuatro partidos más tras la ampliación de la competición de 18 a 20 equipos. En total, serán 72 duelos –38 de Euroliga y 34 de ACB– con numerosas semanas de triple jornada a los que habría que sumar una hipotética disputa de la Copa del Rey o de las eliminatorias de alguna de las dos competiciones.
Se trata, por lo tanto, de la edición más larga de la historia de la Euroliga y posiblemente la de mayor nivel por las millonarias inversiones de los participantes. Respecto al curso pasado, ha dejado el torneo el Alba Berlín, habitual cenicienta de la competición por su ajustado presupuesto, y han entrado tres transatlánticos con el dinero por castigo como el Dubái Basketball, el Valencia Basket y el Hapoel Tel Aviv, todos ellos contendientes a entrar en un play off que promete estar más caro que nunca.
El conjunto árabe, aunque aún no ha roto la banca, ha añadido a su gran plantel figuras del torneo como Dzanan Musa, Justin Anderson, Dwayne Bacon, Filip Petrusev, Sertac Sanli o Jaiteh. El cuadro taronja, que ya arrolló al Baskonia en un amistoso, estrenará su espectacular nuevo pabellón, el Roig Arena, con una plantilla profundísima y fichajes de la talla de Darius Thompson, Kameron Taylor, o Neal Sako. El Hapoel, por su parte, ha conseguido que Vasilije Micic regrese a la competición con el sueldo más alto de Europa (5,6 millones de euros) y lo ha rodeado con Chris Jones, Elijah Bryant, Dan Oturu o Johnathan Motley.
Cualquiera de ellos puede dar guerra con sus enormes inversiones, pero quienes partan como favoritos al título serán equipos con más tablas como los dos gigantes griegos –Panathinaikos y Olympiacos–, el AS Mónaco, el Real Madrid y los dos clubes de Estambul –el vigente campeón Fenerbahce y el Anadolu Efes–, con la incógnita de un Barcelona que viene de un mal año condicionado por las lesiones y que se ha reforzado con veteranos de guerra como Tornike Shengelia y Will Clyburn.
TJ Shorts por parte del Panathinaikos, el regreso tras lesión de Keenan Evans en el Olympiacos, la llegada de Theo Maledon al Real Madrid, el aterrizaje de Nikola Mirotic en Mónaco, el fichaje de Talen Horton-Tucker por el Fenerbahce y el de Cordinier por el Efes deberían llevar un paso más allá a plantillas ya de por sí sobradas de calidad, físico y profundidad.
Quedarse fuera del play off sería un fracaso para cualquiera de ellos y deberán estar pendientes de clubes con grandes presupuestos que aspiran precisamente a estar en las eliminatorias. Además de las tres novedades mencionadas al principio, entran en este segundo escalón el Partizan, el Estrella Roja y el Armani Milán, con grandes inversiones que no terminan de despegar las últimas temporadas.
Vlatko Cancar y Lorenzo Brown, fichados por el Armani, Miikka Muurinen y Jabari Parker, por el Partizan, y Chima Moneke y Semi Ojeleye, con el Estrella Roja, son capaces de lo mejor y de lo peor, como sus nuevos equipos.
Por último y en un tercer escalón están los outsiders, aquellos clubes poderosos en sus ligas, pero sin las plantillas infinitas y presupuestos desorbitados de quienes están por encima. Sin embargo, en este torneo siempre hay sorpresas y cualquiera de ellos puede darla, ya que, al contrario que otras ediciones, no hay un equipo llamado a ser el colista.
Se trata de clubes que han dado un paso atrás en sus inversiones como el Bayern de Múnich y la Virtus Bolonia; el gran equipo lituano, el Zalgiris Kaunas; el París Basketball, obligado a reinventarse tras ser la revelación del curso pasado; el LDLC Asvel, de más a menos, y por supuesto el Baskonia, que sigue incidiendo en encontrar talento fuera del radar de los grandes y exprimir una plantilla más corta. Todo sin olvidarse del Maccabi Tel Aviv, que sigue compitiendo como propietario, aunque no sin consecuencias en su rendimiento deportivo. La batalla está servida.