Ousmane Ndiaye sigue fogueándose a muchos kilómetros de Vitoria en un Granada que ya es virtual equipo de Primera FEB a falta de siete jornadas para el final de la fase regular de la ACB.

Sin embargo, el pívot senegalés propiedad del Baskonia no ha podido convertirse en uno de los exitosos revulsivos para el cuadro nazarí en su compleja búsqueda de la permanencia. A cuatro victorias del cuarteto compuesto por el Girona, Bilbao Basket, Lleida y Andorra, el Granada se encuentra predestinado a perder la categoría junto al Leyma Coruña.

Pese al aire fresco que Ndiaye ha proporcionado al juego interior en manos de Pablo Pin, muy debilitado desde la marcha de Jacob Wiley y que también acoge a otras piezas como Amine Noua, Rubén Guerrero y Giorgi Bezhanishvili, el Granada no ha logrado ninguna victoria desde la llegada del azulgrana.

Siete derrotas en otros tantos partidos constituye el terrorífico balance del Granada tras acordar con el Baskonia la cesión de Ndiaye. Sin embargo, queda claro que las causas de esta pésima racha del conjunto andaluz tienen muy poco que ver con el desempeño del ala-pívot baskonista.

Y es que su rendimiento, en líneas generales, está siendo positivo con unas medias de 5 puntos y 4 rebotes en 17 minutos. En tiros de dos, Ndiaye ha conseguido 5 canastas de 11 intentos, desde la larga distancia roza el 50% de acierto (8 triples de 20) y ha anotado el único tiro libre intentado.

Ousmane Ndiaye atrapa un rebote durante el partido ante el Armani Milán Baskonia

Ousmane Ndiaye se mantiene como uno de los jugadores más prometedores que tiene el Baskonia en nómina de cara al futuro. Su buena labor de la pasada temporada en Palencia, sumado al hecho de computar como cupo de formación en los partidos de ACB al poder estar vinculado al filial, le abrió de par en par las puertas del primer equipo a sus 20 años –el 19 de marzo de este año cumplió 21–.

De más a menos en Vitoria

El ala-pívot de 2,11 metros comenzó el curso gozando de la confianza de Pablo Laso y siendo parte activa de la rotación interior. De hecho, el técnico vitoriano le reforzó en una rueda de prensa al afirmar que era su segundo cuatro de la plantilla únicamente por detrás de Moneke.

Sin embargo, en lugar de haber aprovechado la oportunidad para ganar experiencia y seguir creciendo con el transcurrir de la temporada, su protagonismo fue cayendo poco a poco hasta convertirse en un jugador intrascendente.

El rendimiento de Ndiaye no terminó de convencer a Pablo Laso, que incluso criticó sus carencias en público tras una derrota ante el Unicaja en el Buesa Arena.

A Ousmane le faltan muchas cosas. Es un chico joven que tiene que mejorar muchos aspectos del baloncesto y de entender el juego. No estoy descontento con su trabajo pero eso no significa que le tenga que poner a jugar”, dijo.

El Baskonia optó por lanzarse al mercado en busca de un cuatro de mayores garantías que pudiera complementar a Moneke y finalmente se hizo con los servicios de Luka Samanic, cuya primera tentativa para reclutarle en verano no había dado sus frutos.

Eso sí, antes del fichaje del croata Ndiaye ya había perdido mucho peso y Laso estaba optando incluso por situar a Sedekerskis en el puesto de ala-pívot o estirar al máximo el minutaje de Moneke.

Ndiaye intenta avanzar ante la oposición de Musa. Alex Larretxi

El cambio en la jerarquía de Ndiaye desde el comienzo de la temporada a los meses posteriores saltó a la vista de cualquier aficionado azulgrana. Hasta el 1 de diciembre, cuando el Baskonia sufrió un duro correctivo en casa contra el Valencia Basket, el internacional senegalés había participado en un total de 16 partidos (6 de la ACB y 10 de la Euroliga) de 21 posibles entre las dos competiciones, en las que disputó una media de algo más de 10 minutos por encuentro.

A partir de entonces, Ndiaye estaría prácticamente tres meses sin jugar. Apenas disputó cinco minutos en la visita al Panathinaikos el 19 de diciembre, algo más de siete en Bolonia ante la Virtus el 10 de enero y seis en Girona en la ACB el 12 de enero. Por suerte para él, en febrero de este año tuvo la oportunidad de recuperar el ritmo competitivo y reivindicarse con Senegal en las ventanas FIBA.