El Baskonia logró en su visita al Real Madrid lavar la pésima imagen ofrecida tres días atrás en Berlín, pero ello no sirvió para regresar del Movistar Arena con una victoria. El conjunto azulgrana compitió de tú a tú al gigante blanco, pero realizó demasiadas concesiones en forma de pérdidas, malas decisiones ofensivas y rebotes mal protegidos que, ante un rival de tal entidad, se pagan caras.

Condicionado por la baja de última hora de Moneke por molestias en la espalda, Pablo Laso situó a Sedekerskis como ala-pívot titular junto a Forrest, Howard, Luwawu-Cabarrot y Diop, combinación que compitió bien durante los primeros minutos, con la excepción de un Luwawu-Cabarrot que estuvo impreciso en ataque y flojo en la defensa a Musa.

El escolta bosnio, con tres triples y once puntos en el primer cuarto, fue el principal dolor de cabeza de los alaveses en un arranque de anotación repartida entre Forrest, Howard y Sedekerskis. Ambos equipos empezaron el choque intensos, el Madrid contó con mayor acierto exterior, pero el Baskonia se valió de sus incursiones a canasta para mantenerle el pulso e ir alternándose en el marcador hasta cerrar los diez primeros minutos con el 21-20.

Siguiendo con la tónica de los choques contra los merengues de este curso, los minutos de descanso de Campazzo y Tavares sirvieron a los hombres de Laso para coger impulso, ya que entre Rogkavopoulos y Baldwin encadenaron un parcial de 0-10 con el que alcanzaron una primera ventaja relevante de 21-28, pero la alegría sólo duró hasta que las dos estrellas locales regresaron a la cancha.

El Baskonia comenzó a encadenar pérdidas y errores evitables, se atascó en ataque y se cargó pronto de faltas, algo que le condicionó a la hora de defender a Campazzo y a un Hezonja que tomó el relevo de Musa como referente anotador blanco en el segundo cuarto. De esta manera, llegó un parcial de 13-1 con el que el Real Madrid volteó el marcador y forzó a Laso a pedir tiempo muerto (39-33). Le vino bien al Baskonia ese minuto de reflexión, ya que logró volver a centrarse y cerrar la primera parte por delante (39-40) gracias a un parcial de 0-7 con Forrest, Baldwin y Howard compartiendo cancha durante el descanso de Tavares.

Arranque dubitativo tras el descanso

Las sensaciones con las que se llegó a la segunda parte no fueron malas, pero la puesta en escena al regreso de vestuarios dejó mucho que desear. El Baskonia entró en uno de esos desquiciantes tramos de bloqueo y únicamente fue capaz de anotar tres puntos en seis minutos y medio mediante un triple de Luwawu-Cabarrot.

El Real Madrid, por su parte, dominó el partido, tuvo la oportunidad de correr la cancha y dio la sensación de perdonar al Baskonia, ya que sacó menos réditos ofensivos de los que podría haber sacado. Con nueve puntos de un sólido Abalde, construyó una ventaja de 51-43 antes de que Luwawu-Cabarrot, mucho más entonado en la segunda parte que en la primera, rompiera la sequía azulgrana. El alero francés, de hecho, anotó todos los puntos del Baskonia en el segundo cuarto con la excepción de un brutal mate con tiro libre adicional de Hall, logrando reducir daños y llegar a los diez minutos decisivos con vida (56-53).

El propio Luwawu-Cabarrot logró igualar el choque al comienzo del último cuarto, pero esta vez el Baskonia no supo aprovechar los minutos de descanso de Campazzo y Tavares. Entre algunas decisiones arbitrales cuestionables, la tibieza defensiva de Samanic y el empeño de Forrest en hacer la guerra por su cuenta y jugarse penetraciones muy exigentes, Feliz y Llull establecieron una diferencia de 69-60 que ponía el choque cuesta arriba para los alaveses a poco más de cinco minutos para el final.

Pese a ello, el Baskonia no bajó la cabeza, siguió peleando y, a base de insistir con los puntos de Baldwin y Howard, logró encontrar una brecha cuando Howard anotó un dos más uno en una transición a 40 segundos del final y colocó a su equipo a tres puntos (81-78). En la siguiente posesión, trabajaron bien en defensa, pero no lograron cerrar el rebote tras el triple errado por Feliz y Hezonja se quedó el balón para dilapidar las opciones del cuadro vitoriano, que envió a Llull a la línea de tiros libres en un último intento de forzar la prórroga, pero el menorquín no perdonó.