Tras la convincente victoria sellada ante el Maccabi, el listón de la exigencia sube varios centímetros este jueves para el Baskonia con su visita al vigente campeón de la Euroliga. Espera en el reformado OAKA el Panathinaikos de Ergin Ataman, que este martes disipó de raíz el amago de crisis que pesaba sobre él gracias a una contundente victoria ante el Armani Milán por 103-74. 

Con Kendrick Nunn en estado de gracia, el cuadro griego sometió con contundencia a uno de los rivales más en forma de esta Euroliga y ganó de esta forma toneladas de confianza de cara a su enfrentamiento ante los alaveses. 

El escolta estadounidense capitaneó el incontestable festín de los atenienses con 39 puntos y hoy se perfila como la mayor amenaza de un Panathinaikos cuya trayectoria hasta la fecha no está siendo precisamente para echar cohetes. 

De hecho, marcha en séptima posición con siete derrotas en 16 jornadas. Y todo ello pese a que en el último mercado estival se reforzó a conciencia con una de las piezas más codiciadas del mercado (Lorenzo Brown) y dos pujantes jugadores turcos como el alero Cedi Osman y el pívot Omer Yurtseven, ambos llegados de la NBA.

No cabe duda de que profanar el OAKA no será una tarea sencilla para un Baskonia que viene de alimentar su autoestima con una de las victorias más concluyentes de la temporada ante el Maccabi.

Liderado por Markus Howard, el cuadro vitoriano ofreció una notable versión en ataque y se aproximó a la centena de puntos. Con una buena circulación de balón y siempre un pase de más que propició tiros liberados, llevó con la lengua fuera a un Maccabi que no pudo seguir su elevado ritmo anotador.

El Panathinaikos no solo vive hoy en día del inagotable talento de Nunn, capaz de quebrar la resistencia de cualquier rival en un santiamén merced a sus golpes de genio. El rival azulgrana también es la veteranía de un Kostas Sloukas inmerso en una tercera juventud, la inteligencia del nacionalizado español Lorenzo Brown, el poderío reboteador y el juego abierto de Konstantinos Mitoglou, la solvencia de Jerian Grant en los dos aros o el músculo de Mathias Lessort bajo el aro. 

En definitiva, numerosas armas a desactivar por parte del Baskonia de Laso, que necesita la victoria para seguir escalando posiciones y dejar atrás el runrún que acompañó al técnico vitoriano no hace tanto tras la mala racha de resultados.

El Panathinaikos está dejando dudas desde el arranque de la campaña, pero su potencial se halla fuera de toda duda

Con las opciones intactas

Lástima el regalo de la pasada semana a Dusko Ivanovic porque, en caso de no haber tendido en bandeja la victoria al técnico montenegrino de la Virtus Bolonia, el conjunto azulgrana estaría ahora a tan solo una victoria de puestos de 'play in'.

En cualquier caso, nada está perdido todavía en una Euroliga que, tal y como ha quedado constatado durante las temporadas anteriores, constituye una carrera de fondo. De poco sirve ocupar ahora las posiciones cabeceras si el equipo llega luego sin gasolina a la parte decisiva del curso donde se pone todo en juego. Las opciones continentales del Baskonia se mantienen intactas y, además de ello, Laso sumará en breve un nuevo efectivo con la recuperación de Luwawu-Cabarrot. 

El regreso del fornido exterior francés servirá para hacer más largo un equipo cuya columna vertebral continúa integrada por muy pocos jugadores pese a la paulatina mejoría de piezas de la segunda unidad como Nikos Rogkavopoulos o Khalifa Diop.