La política española se mueve a tal velocidad que es casi imposible seguirle el ritmo. La comparecencia funeraria de Pedro Sánchez del pasado jueves en Ferraz, gesto severo –“me ha mentido en toda la cara”, cuenta El País que se desahogó Sánchez con sus ministros antes de comparecer–, expectación máxima, remite inevitablemente a aquel 1 de octubre de 2016 en que el Comité Federal del PSOE defenestró a Sánchez y le obligó a dimitir como secretario general. El resto es historia, una historia en la que tienen mucho que ver José Luis Ábalos y Santos Cerdán. De ahí el absoluto cataclismo que las más de cuatrocientas páginas de informe de la UCO han desatado en el PSOE y, por ende, en el Gobierno. La gran pregunta ahora es si la proverbial capacidad de resistencia de Pedro Sánchez, una vez más puesta a prueba, le permitirá salir de este brete. Con el partido en absoluto shock, igual que el Gobierno, y los socios del Ejecutivo navegando entre la cautela, el desconcierto y la expectación, Sánchez se ha retirado a meditar este fin de semana en Quintos de Mora. Una reflexión que recuerda también a aquellos días de retiro hace poco más de un año después de que se admitiera la denuncia contra su esposa. Veremos cuál es la respuesta.
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