Pese a la baja del lesionado Jasiel Rivero, el juego interior del Baskonia pasará esta noche una exigente reválida ante el Maccabi. En las filas israelíes sobresale bajo el tablero la presencia de Wenyen Gabriel, un atlético ala-pívot con doble nacionalidad sursudanesa y estadounidense que este pasado verano decidió desembarcar por primera vez en su carrera en el baloncesto europeo tras concluir su etapa en el Vaqueros de Bayamón de Puerto Rico.
Antes de recalar en el equipo boricua, Gabriel (27 años y 2,06 metros) había finalizado la pasada temporada con los Memphis Grizzlies, donde firmó un contrato de 10 días.
Su etapa más fructífera en la NBA tuvo lugar en los Lakers, donde fue compañero de LeBron James y Anthony Davis y llegó a disputar minutos correspondientes al play off. Como miembro de la franquicia angelina promedió 6,1 puntos, 4,2 rebotes y 0,5 tapones en 87 partidos. Además, este nómada sursudanés también pasó con anterioridad por los Clippers, Nets, Pelicans, Blazers y Kings.
Este curso no arrancó con buen pie su etapa en un Maccabi en horas bajas. No en vano, una inoportuna lesión de rodilla dejó a Gabriel varias semanas fuera de combate y le está costando más de lo esperado coger el ritmo. Hasta la fecha promedia 6,2 puntos, 5,1 rebotes y 1,2 tapones en algo más de 16 minutos de media a las órdenes de Odeh Kattash.
El ala-pívot del conjunto israelí es uno de los grandes nombres propios de Sudán del Sur, con quien disputó el Mundial del 2023 y los pasados Juegos Olímpicos de París.
Una difícil infancia
Nacido en Jartum, capital del país africano, a finales de marzo de 1997, su infancia resultó muy compleja, al igual que la de gran parte de los deportistas africanos. La guerra civil que azotaba a su país hizo que mucha gente viviera en condiciones inhumanas. La desgracia se cebó con él tras perder a una hermana debido a una negligencia. El médico que atendió a su madre durante el parto se equivocó en la medicina y la recién nacida no pudo sobrevivir.
Su familia se desprendió de todo el patrimonio para reunir dinero y emigrar en busca de una mejor vida. Con pocos meses de vida, Wenyen terminó en un campo de refugiados en El Cairo (Egipto), donde vivió tres años. El tiempo que tardó su padre para lograr los fondos necesarios y juntarse con su familia, la cual acabó en Estados Unidos dentro del programada de refugiados de la ONU tras unos farragosos trámites burocráticos completados por la madre del hoy rival baskonista.
Todos se instalaron en New Hampshire (Nueva Inglaterra), pero las dificultades hicieron acto de presencia. Ninguno hablaba inglés, lo cual motivó que la transición fuera complicada. La Iglesia Católica de Manchester tuvo un papel fundamental en la adaptación de la familia Gabriel a su nueva vida. Tanto Wenyen como su hermano y su madre, que se convirtió en asistente de enfermería, pudieron estudiar y formarse como personas.
Sin embargo, otro duro golpe le sobrevino en el 2007 cuando su primo y mejor amigo Bol, también refugiado como él, se ahogó en el río Merrimack. Fue una pérdida de lo más dolorosa y por la cual luce hoy en día el 32 en su camiseta. Es el dorsal que utilizaba su malogrado familiar.
En su etapa de secundaria, Gabriel participó en los prestigiosos Jordan Brand Classic y Nike Hoop Summit. Luego disputó dos temporadas en los Wildcats de la Universidad de Kentucky con un desempeño discreto. En 2018 se declaró elegible para el draft de la NBA, pero no fue seleccionado por ninguna franquicia.
Wenyen regresó por primera vez a Sudán del Sur en verano del 2022 con el objetivo de poner voz a los problemas que continúan existiendo en su país, uno de los más jóvenes del mundo tras conseguir la independencia de Sudán en 2011.
Su sentimiento de pertenencia se halla fuera de toda duda pese a haber vivido casi toda su vida en Estados Unidos y así se deduce de todas sus manifestaciones públicas. Todos respetan sobremanera en su país a una persona que sufrió en carne propia el hecho de nacer en África, pero logró cumplir el sueño de ser baloncestista de alto nivel.
“Estoy orgulloso de ser sursudanés y quiero hacer mi parte y ayudar a mi pueblo, incluidas las personas desplazadas. El baloncesto puede ayudar a ello”, asegura Gabriel, cuyo presidente en la Federación es Luol Deng, exjugador de los Bulls que desea hacer de Sudán del Sur una de las grandes potencias baloncestísticas en el futuro “con la gente más alta de África”.