Treinta minutos para la esperanza y un epílogo ciertamente aciago en el Santiago Martín. El Baskonia arrancó este domingo la Liga ACB en el Santiago Martín con el pie torcido. Nada hacía presagiar un desmoronamiento de este calibre en tierras chicharreras cuando la escuadra vitoriana ya divisaba la línea de meta. 

Casi siete minutos sin una triste canasta en juego al comienzo del último cuarto se tradujeron en un terrible atasco ofensivo que permitió al Tenerife lanzarse a la yugular azulgrana y cortársela de raíz. 

En definitiva, un quiero y no puedo en el tramo de la verdad, traducido en un parcial de 20-3 ante la explosión de júbilo del Santiago Martín. Tras ese 81-67 mortal de necesidad, el Baskonia trató de regresar al partido con otro parcial de 0-8, pero la matinal ya estaba viciada y la dictadura local no se vio discutida.

Por el camino se quedó un intrascendente Markus Howard, de nuevo autor de faltas inocentes que le borraron de la recta final pero que mientras estuvo en pista fue una pequeña sombra del escolta voraz que siembra el pánico en las defensas contrarias. Tan solo Moneke, con la puntual ayuda de Sedekerskis, esgrimió argumentos de peso para evitar el primer disgusto de la temporada. 

Dominio de Fitipaldo

El citado desvanecimiento mortal de necesidad al inicio del último cuarto reventó las aspiraciones azulgranas en el Santiago Martín. El Baskonia afrontó el tramo de la verdad con una pequeña renta en el electrónico (61-64), pero un grave cortocircuito a renglón seguido en medio de la exhibición de Bruno Fitipaldo en las filas insulares le dejó prácticamente herido de muerte. 

A falta de Huertas, el uruguayo fue el perfecto mariscal en cancha para Vidorreta. El crecimiento del Tenerife durante la matinal fue inversamente proporcional a la caída de un Baskonia que, en cualquier caso, mostró síntomas para la esperanza durante los tres cuartos iniciales.

Pese a tratarse de los albores de la temporada, el partido entre dos alternativas de poder en la ACB no defraudó lo más mínimo. Máxima igualdad, alternativas en el marcador, acciones individuales de bella factura... y un hundimiento del Baskonia que no figuraba en ningún guion.

Baldwin, el sacrificado

Sin Kamar Baldwin, el extracomunitario sacrificado por Pablo Laso, el Baskonia dio la cara en el Santiago Martín, aunque terminó hincando la rodilla ante un anfitrión tinerfeño que juega de memoria y apenas tiene piezas que encajar en su plantilla.

El equipo vitoriano compitió de tú a tú en unas de las canchas más difíciles de la ACB y conviene quedarse con ese dato positivo. Y eso que, como cabía esperar, sufrió de lo lindo en varios tramos en la pelea interior y tampoco dispuso de una dupla de bases realmente estable cuando se cocía la suerte del ganador.

En el lado positivo de la balanza, Luwawu-Cabarrot presentó sus credenciales con un pletórico acierto exterior al embocar sus cuatro primeros triples. El todoterreno francés se adueñó del protagonismo que debía corresponderle a Howard para liderar la ofensiva vitoriana durante muchos minutos. El 'killer' de Nueva Jersey pasó casi de puntillas por el choque y apenas pudo brillar ni tuvo continuidad debido al peaje de las faltas.

Las tempraneras personales de Diop, que cometió la tercera a la vuelta del descanso enfilando el camino hacia el banquillo, también fueron un problema añadido para conquistar la pista insular. Sin el senegalés, Tadas y Moneke conformaron una atípica dupla interior, aunque Laso ordenó cambios automáticos que hicieron incluso que Forrest o Raieste defendieran en el poste bajo a Shermadini.

Khalifa Diop se dispone a hacer un mate en un contragolpe Miguel Barreto

Los grandes minutos de Moneke dibujaron un escenario alentador tras el descanso y establecieron la máxima para el Baskonia tras un triple en el final de posesión (49-56). Sin embargo, el conjunto vitoriano se quedó sin gasolina.

Si Laso añoró a Hall, Vidorreta también estuvo huérfano del metrónomo de un Huertas que finalmente no se recuperó de sus problemas físicos. El técnico vizcaíno, eso sí, contó en su lugar con un excelso Fitipaldo, cuya solidez al frente del timón careció de contrapunto en Forrest y Jaramaz. Queda claro que este Baskonia todavía tiene mucho trabajo por delante para ponerse al nivel de los mejores.