El Baskonia y el baloncesto europeo en general siempre han tenido la durísima competencia principalmente de la todopoderosa NBA por hacerse con los mejores jugadores del momento. Sin embargo, en los últimos años son cada vez más mercados los que se suman a la puja por captar talento en un deporte al alza y uno de los últimos países en erigirse en una alternativa ha sido Japón.

La irrupción del país del sol naciente como uno de los destinos más atractivos para los profesionales lleva fraguándose varias temporadas y este verano se ha consolidado definitivamente en el panorama del baloncesto mundial con el aterrizaje de numerosos jugadores que han abandonado la ACB, otras ligas europeas e incluso la NBA para apostar por un baloncesto japonés que ofrece suculentas nóminas y menor exigencia física.

No hay que marcharse lejos de Vitoria-Gasteiz para encontrarse con un caso de un jugador que ha dejado la élite del baloncesto europeo para comenzar un nuevo capítulo de su carrera deportiva en Japón. El pívot estonio Maik Kotsar, jugador del Baskonia las dos últimas temporadas, ha fichado este verano por los Yokohama B-Corsairs, que está entrenado por otro europeo como es el seleccionador de Finlandia Lassi Tuovi, que ha dejado su puesto de asistente en la Virtus para viajar a Japón.

En cualquier caso, no es el único jugador que ha perdido la ACB en favor de la B.League. Damien Inglis, uno de los mejores del Valencia Basket la pasada campaña, compartirá vestuario con Kotsar; Yannis Morin, una de las revelaciones del play off con el UCAM Murcia, ha fichado por los Akita Northern Happinets; Sacha Killeya-Jones, pese a tener ofertas de la Euroliga tras su gran año en el Bilbao Basket, jugará en los Kawasaki Brave Thunders; el prolífico anotador del Casademont Zaragoza Mark Smith ha firmado por el Nagasaki Velca y Cristiano Felicio, pívot que ofreció un buen rendimiento en Granada, militará en los Sendai 89ers.

Sin embargo, el trasvase de jugadores de la ACB a Japón no termina ahí, ya que incluso la segunda división nipona tiene músculo financiero suficiente para convencer a jugadores europeos de primer nivel. Elgin Cook (Lenovo Tenerife), Mitchell Watt y Finn Delany (Casademont Zaragoza), Anthony Polite (Breogán) y Matt Haarms (Zunder Palencia) han dejado sus respectivos equipos para probar suerte en la B2.League.  

Otras figuras internacionales

Además de los mencionados, otros jugadores importantes del panorama internacional también se han visto seducidos por la liga japonesa. El pívot alemán Johannes Thiemann, que habría sido un refuerzo de lujo para cualquier equipo de la Euroliga, ha firmado por los Gunma Crane Thunders, e incluso Yuta Watanabe, uno de los máximos exponentes del baloncesto japonés, ha decidido dejar la NBA tras 218 encuentros oficiales para regresar a su país como una de las grandes estrellas de la competición con los Chiba Jets.

Incluso para jugadores sin hueco en la mejor liga de baloncesto del mundo que en otro contexto habrían recalado en el baloncesto europeo en busca de mayor protagonismo, el país del sol naciente es ahora una alternativa más. Ese es el caso por ejemplo de David Nwaba y Matthew Mayer, que han aterrizado en el San-en Neophoenix y los Nagoya Fighting Eagles respectivamente.

Aunque se desconoce cuánto tiempo aguantará el empuje de la B.League y si, como ocurrió con la liga china, llegará un momento en el que se estanque, la realidad es que durante los próximos años Japón promete dar guerra a los clubes europeos en la pelea por hacerse con los mejores jugadores de la actualidad. Su potencial económico está fuera de toda duda y el plan es que para la temporada 2025-26 el presupuesto mínimo de los 18 equipos de la máxima categoría japonesa sea de 14 millones de dólares, cifras únicamente al alcance de algunos clubes de la Euroliga y que son posibles gracias a las potentes inversiones de las grandes marcas japonesas como Bandai, Toyota, Mitsubishi, Sega, Toshiba...

A ello hay que sumarle los cada vez más extensos tentáculos de Estados Unidos con su Liga de Desarrollo y el reciente cambio en la normativa del baloncesto universitario que permite que los jóvenes reciban sueldos astronómicos durante su formación y que está haciendo mucho daño a las canteras europeas, además de la pujanza de otras ligas como la NBL australiana o la mencionada CBA china. Los clubes del Viejo Continente deberán adaptarse a un escenario en el que será difícil imponerse únicamente por músculo financiero.