El partido había ido en todo momento en un pañuelo. Buena prueba de ello es que durante la primera mitad las máximas rentas de uno u otro equipo fueron unos exigüos cuatro puntos –3-7 y 21-25 para el Mónaco y 11-7 para el Baskonia-.
Habida cuenta de la igualdad, todo hacía indicar que aquel que consiguiera hacer una pequeña brecha en el marcador se llevaría el partido. El Mónaco lo hizo en varias ocasiones tras alcanzar rentas de 8 puntos mediado el tercer cuarto, el doble que las conseguidas en esa primera mitad.
Sin embargo, el Baskonia siempre volvía. Los pupilos de Ivanovic hacían la goma una y otra vez para meterse en el partido. Cuando parecía que estaban en la lona se levantaban. Una fe inquebrantable. A prueba de bombas.
El cuadro del Principado estaba maniatando al Baskonia. Cortocircuitado el cuadro azulgrana ante la intensidad defensiva de los extremadamente físicos jugadores de Obradovic, que cortaban una y otra vez las líneas de pase.
MAL DÍA EN EL TRIPLE
Pese a estar asfixiados y con grilletes en sus manos, el inquilino del Buesa Arena no bajó en ningún momento los brazos. Ni con un mal día desde el triple –llevaba un pobre 23% al descanso (3/13)–, el Baskonia ondeó la bandera blanca de la rendición.
Pese a ver como su rival le ganaba la batalla en el rebote ofensivo –llegaron a capturar hasta 14 rechaces bajo el aro baskonista–, tampoco iban a entregar la cuchara al adversarrio.
No lo hizo ni cuando un Mike James espectacular, que acabaría el duelo con 28 puntos, volvía a acribillar desde los 6,75 metros las esperanzas vitorianas tras poner un ya más que inquietante 62-73 a falta de tan solo 7 minutos. Con un Baskonia grogui y en la lona todo hacía indicar que el Mónaco acabaría por poner la puntilla más pronto que tarde.
Sin embargo, en ese tramo final del partido el Baskonia volvió a sacar su casta. Carácter Baskonia. Ya lo dijo Ivanovic, este equipo cree y nunca se rinde. No lo hizo pese a tener casi todo perdido y fió a su defensa sus opciones de victoria.
Fueron unos minutos de un trabajo encomiable atrás. Canela en rama el esfuerzo defensivo de los guerreros infatigables de Ivanovic. Daba igual que llevasen 25 minutos en pista o 35 que fue con los que acabó el exhausto soldado Tadas Sedekerskis.
Se comportaron como auténticos perros de presa. Listos en las ayudas, anticipándose a las líneas de pase, cerrando el rebote, conteniendo en la pintura a sus pares y frenando a un Mike James que en el tercer cuarto él solito había sido capaz de anotar 14 puntos y lograr 16 de valoración en poco más de 5 minutos y que en el tramo decisivo del partido vio como se encogía el aro.
8-0 DE PARCIAL
No anotaba nadie en el Mónaco. Nadie y durante mucho tiempo. El Baskonia consiguió cerrar su aro durante la friolera de 5:23 segundos, lo que le permitió pasar de un peligroso marcador de 62-73 a un 70-73.
Fue justo en ese momento, cuando una inocente pérdida a falta de 1:37 permitió a Blossomgame anotar sus primeros puntos en esos últimos 7 minutos. Una canasta que llegó tras un regalo azulgrana. Un pequeño despiste que parecía que le condenaba. No fue así.
El Baskonia se volvió a levantar y tras dos tiros libres de Codi tras una intencionada y un triple estratosférico de Howard conseguía poner las tablas a falta de seis segundos. Tocaba sufrir para llevar el partido a la prórroga. Sin embargo, esta vez la moneda cayó cruz.
El conjunto vitoriano no cerró bien su rebote y Blossomgame aprovechó su capacidad física para coger el balón por encima del aro y realizar un mate con el que puso la puntilla a un Baskonia que vio cómo su encomiable esfuerzo atrás finalmente se quedaba sin premio.