Es hora de salir del agujero negro. De mostrar toneladas de orgullo. De dejar atrás la depresión y recuperar el aliento. De zanjar la crisis con una victoria balsámica que devuelva la fe en el proyecto. De remar todos juntos en la misma dirección y, por ende, escapar de una espiral sumamente peligrosa que ha puesto definitivamente a Joan Peñarroya en la picota. Quizá resulten indiferentes las formas y haya que apelar más que nunca a la practicidad. En definitiva, es ganar por lo civil lo criminal, como suele decirse coloquialmente en estos casos.

El entrenador catalán, que ya se encontraba en una situación de debilidad desde el final de la pasada temporada ante las altas esferas, vive sus horas más críticas antes del enfrentamiento de este domingo (18.30) ante el Unicaja.

Tras el ejercicio de impotencia ante el Bayern y, especialmente el Zalgiris, una tercera derrota consecutiva en el Buesa Arena tiene visos de ser la sentencia definitiva que precipite su destitución y, por consiguiente, un drástico cambio de rumbo para el banquillo.

A Josean Querejeta nunca le ha temblado el pulso cuando las cosas vienen mal dadas y el difícil momento por el que atraviesa el Baskonia hace que cualquier cosa pueda suceder si el equipo vitoriano no muestra mañana algún atisbo de reacción sobre la cancha. La cuerda se encuentra ya a punto de romperse y, como siempre sucede en estos casos, el eslabón más débil de la cadena figura en el banquillo. Es una situación límite dado que la palidez del enfermo no augura nada bueno.

Un grupo menor

El Baskonia ha salido de situaciones mucho peores en su historia y esta vez, al menos, tendrá nuevamente el aliento de su afición para intentar frenar su paulatino desplome hacia los infiernos. La salud azulgrana a nivel de resultados en la ACB es casi inmaculada y las urgencias están centradas en la Euroliga.

Lo que no admite dudas son las horribles sensaciones que desprende el juego de los vitorianos mientras el estado de ánimo es el propio de un grupo alicaído y resignado al que se le viene encima una avalancha. Con independencia del rival de turno, el Baskonia tiene en sí mismo a su mayor enemigo en la actualidad.

A Peñarroya le sigue faltando una pieza capital en su plantilla como un base que imponga cordura en ataque, pero eso no debe tapar ni las grietas del entramado ni la inconsistencia de un baloncesto irreconocible por la falta de química y el más mínimo ardor a nivel defensivo.

Siendo cierto que desde el banquillo no se le está ayudando a crecer, hay jugadores del Baskonia obligados a mirar hacia su propio ombligo dado que sus prestaciones son, a todas luces, raquíticas

Ahora mismo es un colectivo apocado y sin argumentos en los dos aros que demanda soluciones de algún tipo. Siendo cierto que desde el banquillo no se le está ayudando a crecer, hay jugadores obligados a mirar hacia su propio ombligo dado que sus prestaciones son raquíticas.

Irregularidad malagueña

Pues bien, en medio de esta tormenta aterriza otro rival incómodo en el Buesa Arena. El Unicaja no ha protagonizado un arranque descollante de ejercicio y acumula ya tres derrotas en su casillero ante el Valencia, el Gran Canaria y el Casademont Zaragoza, pero su potencial se halla fuera de toda duda.

Si alguien sabe cómo hurgar en la herida, ese puede ser un Ibon Navarro que, eso sí, desde que se hiciese cargo del banquillo costasoleño no ha podido hincarle el diente al equipo donde estuvo cinco campañas como ayudante y otra como técnico principal.

El estado físico de Khalifa Diop es una incógnita; su regreso se antoja vital para dotar de solidez al juego interior, el punto débil de un Unicaja en el que Kravish y Sima no acumulan todavía el rodaje suficiente tras las lesiones sufridas en el verano

En el deporte profesional no hay espacio para los sentimientos y el vitoriano, principal artífice del brillante título de Copa del Unicaja durante la pasada campaña, no pondrá las cosas fáciles.

El estado físico de Khalifa Diop es la principal incógnita del Baskonia antes del salto inicial. El regreso del ex del Gran Canaria se antoja vital para dotar de solidez al juego interior, posiblemente el punto débil de un Unicaja en el que Kravish y Sima no acumulan todavía el rodaje suficiente tras las lesiones sufridas en el verano.