El Baskonia está obligado a remontar el vuelo este jueves ante el Zalgiris tras la “dura” derrota sufrida ante el Bayern para evitar que las dudas que se han generado entorno al conjunto azulgrana vayan en aumento.
De momento, el balance es negativo tras haber perdido dos de los tres primeros partidos y un nuevo tropiezo en un Buesa que esta temporada ya ha sido profanado en dos ocasiones descolgaría aún más a la tropa de Peñarroya de los puestos de acceso al play off.
La reacción es obligada. Hay que volver a convertir el Buesa en ese fortín del que el año pasado en Euroliga tan solo se escaparon tres duelos –Olympiacos, Barça y Mónaco–.
Evans, la amenaza
Enfrente, calibrando la capacidad de levantarse de este Baskonia estará un Zalgiris liderado por Keenan Evans. El base estadounidense es el líder del cuadro báltico. Lesionado de gravedad en enero tras romperse el tendón de Aquiles, volvió a las canchas a mediados de septiembre.
El director de juego no ha acusado este periodo de inactividad y está firmando un regreso espectacular.
De hecho, en el primer partido de Euroliga fue el MVP de su equipo en Bolonia ante la Virtus tras anotar 25 puntos con 5/9 (55,5%) en tiros de 2, 4/6 (66%) en triples y 3/4 (75%) en tiros libres. Además de colaborar con 4 rebotes y 3 robos para una valoración de 20 puntos.
Un base con veneno para anotar –promedia 13,7 puntos por partido– y que hace jugar a su equipo. Las 2,7 asistencias por partido así lo confirman. No acaban ahí sus virtudes, ya que en este arranque de Euroliga ha robado 1,3 balones y recibe 4 faltas por choque, lo que deja claro su juego vertical. Un peligro que promedia 13,7 puntos por duelo.
El alma de un Zalgiris que ha comenzado como un tiro la temporada. Invicto en la competición doméstica tras cinco jornadas, en Euroliga tan solo lleva una derrota, la sufrida ante el líder Real Madrid el pasado martes (93-79), tras comenzar ganando en Bolonia a la Virtus (79-82) y al Estrella Roja en casa (79-74). Un hueso duro de roer, pero al que habrá que hincar el diente.
