Desde que anoche se cristalizó el fiasco del Baskonia con la eliminación por 0-2 en cuartos de final de la ACB contra el Joventut, la directiva azulgrana tiene ya la mente puesta en la temporada 2023-24, tarea en la que tendrá mucho margen para trabajar como consecuencia del prematuro adiós a la campaña. En este verano la secretaría técnica comandada por Félix Fernández deberá tomar varias decisiones importantes de cara a la formación del plantel, pero la primera y más trascendental es si mantener o no a Joan Peñarroya al frente del banquillo azulgrana, algo que condicionará el resto de la planificación.
El técnico catalán aterrizó el pasado verano en la entidad gasteiztarra con un contrato por dos temporadas, pero el club se guardó la opción de cortar su vinculación al final de la primera campaña como suele hacer en muchas de sus operaciones. Por ello, ahora deberá decidir si mantiene la misma línea de trabajo y se pone a trabajar desde ya codo con codo con el de Terrassa o si, de lo contrario, apuesta por un cambio radical comenzando por la figura del entrenador.
Hace unos meses parecía claro que Joan Peñarroya seguiría al frente del proyecto la próxima campaña por sus excelentes resultados y juego a lo largo de la fase regular de la Euroliga y de la ACB, pero los recientes acontecimientos, especialmente con la mala gestión de la serie de cuartos de final contra el Joventut, hacen que esa continuidad no parezca ya tan clara. El Baskonia es una entidad muy exigente y ya ha demostrado en ocasiones anteriores que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones radicales con sus entrenadores si cree que son en beneficio de los resultados del equipo. Si en el curso 2007-08 se destituyó a Spahija después de alzar el título de campeón de la ACB, no es descabellado pensar que la eliminación en cuartos de final pueda ser el punto y final al paso de Peñarroya por Vitoria.
Una fase regular de 'diez'
Es evidente que Peñarroya ha hecho muchas cosas positivas y que su primera temporada en Vitoria-Gasteiz ha sido un paso adelante respecto al decepcionante curso 2021-22 con Ivanovic y Spahija en el banquillo. El técnico catalán ha logrado imprimir un estilo de juego claro y muy vistoso a un equipo al que le faltó identidad un año atrás. Las anotaciones altas, el triple, el juego ofensivo vertical y el movimiento de balón han regalado momentos de máximo disfrute al Buesa Arena, que ha aumentado notablemente sus números de asistencia y ha vuelto a convertirse en un fortín en fase regular de la Euroliga y de la ACB.
Allí se vivieron momentos mágicos como las dos victorias contra el Real Madrid, el triunfo contra el Efes por 114-111 con el récord de asistencias de Thompson y los 18 rebotes de Giedraitis, los dos récords de anotación del Baskonia en Euroliga primero ante el Maccabi (116-87) y después ante el Asvel (120-100) o la paliza al Valencia Basket por 114-75. La tarea pendiente en el torneo continental fue el rendimiento fuera de casa, donde el equipo obtuvo solo cuatro victorias en 17 partidos.
En la ACB el equipo sí que se mostró más sólido a domicilio durante la fase regular, en la que logró igualar su mejor balance histórico con 28 victorias y 6 derrotas. En la liga doméstica superó con enorme solvencia las citas contra equipos de mitad de la tabla hacia abajo, en las que la pasada temporada sufrió enormemente. Este año, incluso se permitió utilizar estos encuentros para dar descanso a sus mejores jugadores y utilizar a los menos habituales sin que eso influyera en el resultado final.
Esa ha sido tal vez una de las principales señas de identidad de Peñarroya, que ha contado con los 13 jugadores de la plantilla y ha utilizado rotaciones muy amplias salvo en los momentos decisivos de la temporada. Ha recuperado para la causa a Tadas Sedekerskis, olvidado por Spahija en el fondo del banquillo; ha obtenido la mejor versión de Vanja Marinkovic; ha revalorizado a fichajes sin experiencia en Euroliga como Thompson, Howard y Kotsar y ha confiado en los jugadores jóvenes de la cantera, que han crecido a sus órdenes. Steven Enoch ha sido tal vez el único jugador al que no ha logrado sacar rendimiento.
Mancha en el expediente
La actuación del equipo en la fase regular de la Euroliga y de la ACB es difícilmente mejorable, pero lo que al final marca una temporada son las eliminatorias, y ahí el Baskonia ha estado francamente mal. El equipo regresó a la Copa del Rey tras haberse quedado fuera en la edición de 2022, pero su actuación en Badalona resultó decepcionante. El equipo se hundió mentalmente tras el descanso contra el Joventut, encajó un parcial de 33-15 en un tercer cuarto en el que el técnico no encontró soluciones y los alaveses no lograron pasar de cuartos de final.
Un mal día lo puede tener cualquiera, pero el guión se ha vuelto a repetir en los cuartos de final del play off de la ACB, contra el mismo rival. El Joventut ha barrido por 0-2 al Baskonia, que se ha mostrado muy frágil en labores defensivas, fatigado, perdido, lejos de su nivel en ataque y, lo más preocupante, sin la tensión y competitividad requerida para un play off que sí ha tenido la Penya. Peñarroya no ha logrado mentalizar a su equipo para la ocasión y, además, se le ha visto tan perdido y derrotado como sus jugadores.
Decisiones controvertidas como desconvocar a su segundo base (Heidegger) en el primer partido, prescindir de Hommes en el segundo en favor de Enoch para luego no darle ni un solo minuto o reducir la rotación a únicamente nueve jugadores con cuatro de ellos en minutajes muy altos marcan negativamente el final de temporada.
Atendiendo a las estadísticas del equipo y a sus balances en Euroliga (18-16) y ACB (28-6) prescindir del entrenador parece una locura. Sin embargo, si se valora todo en su conjunto, quedar eliminado en cuartos de final de Copa del Rey y de ACB por un equipo teóricamente inferior como el Joventut y no alcanzar el Top 8 de la Euroliga habría sido motivo suficiente en la entidad de Zurbano para destituir al entrenador en campañas anteriores. La decisión marcará el resto del verano.