Tras 33 jornadas remando lo que no está en los escritos y en las que nunca ha salido de las posiciones de privilegio que conducen al Top 8, el Baskonia se jugará el billete para los cruces de la Euroliga en uno de los peores escenarios posibles. El Baskonia saltó ayer a su partido ante el Asvel sabiendo que el Zalgiris acababa de llevarse una victoria agónica (68-67) ante el Maccabi y, pese a que hizo los deberes haciéndose un día más fuerte en el Buesa ante el colista galo, los deberes aún no están culminados.

Baldwin tuvo la oportunidad de quedar en paz con muchos seguidores azulgranas que quedaron disconformes con su etapa en Vitoria, pero falló la canasta del triunfo para los israelíes sobre la bocina. Tras las malas noticias procedentes del Zalgirio Arena, el Baskonia también se vio perjudicado por el resultado del clásico turco, en el que el Fenerbahce enterró las últimas esperanzas del Efes batiéndole por 103-86.

Las cuentas son claras para el Baskonia. Si gana el jueves 13 en El Pireo, disputará el Top 8. En cambio, si pierde ante un Olympiacos que se juega el liderato de la fase regular tras caer ante el Estrella Roja, solo estará dentro si el Zalgiris hinca la rodilla ante el Bayern. Un problema añadido, al margen de que los alemanes solo se juegan la honrilla, es que no hay horario unificado y el duelo en tierras bávaras será el viernes 14, es decir 24 horas más tarde que el de Atenas.

Se podría hablar de que queda un paso para el objetivo, pero sería más exacto utilizar la palabra sueño, ya que en verano nadie se habría aventurado a exigir a esta plantilla joven, corta e inexperta dirigida por un entrenador novato en el torneo estar entre los ocho mejores de una Euroliga plagada de auténticos equipazos y presupuestos astronómicos que triplican o cuadruplican el del club gasteiztarra. En los discursos iniciales de Peñarroya las palabras más repetidas fueron disfrutar y competir, sin mencionar en ningún momento el play off. Y quizá ahí ha residido el secreto del éxito de este Baskonia.

Desde la primera jornada en Valencia, el equipo jugó sin cadenas, con un baloncesto alegre, coral y muy ofensivo (es el máximo anotador del torneo) con el que logró ganar sus primeros tres partidos y reenganchar al Buesa con exhibiciones como el 103-96 contra el Partizan. Pronto quedó claro que la dirección deportiva baskonista había dado con la tecla con sus apuestas veraniegas y los rivales comenzaron a tirarse de los pelos por no haber tenido el mismo ojo que los alaveses a la hora de captar talentos como Thompson, Howard, Kotsar o Hommes.

Una trayectoria intachable

En ese momento de máxima ilusión y con un balance de 3-1 llegó la guinda con el fichaje de Pierria Henry, un base contrastado en la Euroliga y muy querido por la afición por el recuerdo que dejó en su etapa en Vitoria. Con él en la plantilla la conexión con el pabellón, encandilado ya por sus nuevos ídolos, fue total y ha resultado crucial para mantenerse 33 jornadas en el Top 8. El equipo se ha mostrado prácticamente intratable en su feudo con un registro de 14 triunfos y solo 3 derrotas que ha permitido tapar sus carencias a domicilio, donde el balance es de 4-12.

Los tropiezos en canchas de equipos débiles como el Asvel (87-61) o el Panathinaikos (98-83) no desalentaron al equipo, que cuando logró encajar todas sus piezas se convirtió en un auténtico rodillo que ganó todos sus partidos del mágico diciembre, lo cual le permitió terminar el año 2022 liderando la clasificación con 11 victorias y 5 derrotas.

Sin embargo, aún quedaba camino por recorrer y las dificultades no tardaron en llegar. La racha acabó con una dolorosa derrota ante el Alba y, mientras los rivales directos se reforzaban a golpe de talonario, el Baskonia se quedó sin Henry por irregularidades en un control antidopaje. Su pérdida fue un duro golpe anímico y deportivo, la llegada de Heidegger no logró cubrir el enorme agujero dejado por el carismático norteamericano y a partir de ahí el equipo se centró en defender el botín de triunfos y basket average de la primera vuelta.

Ha costado, se ha sufrido y Peñarroya ha tenido que comprimir al máximo su rotación y utilizar la ACB para dar descanso a sus estrellas, pero con personalidad, resiliencia, el apoyo incondicional del Buesa y varios jugadores en su pico de rendimiento, se ha llegado a la última jornada con serias opciones y, lo más importante, dependiendo de sí mismo.