Tras una temporada 2021-22 decepcionante, el Baskonia ha intentado este verano olvidarse de lo que ocurrió el curso pasado lo antes posible y dar comienzo a una nueva era con la llegada de Joan Peñarroya al banquillo, un técnico moderno y de filosofía diferente a la de Ivanovic y Spahija con el que el club pretende un cambio de rumbo. Volver a empezar de cero. Sin embargo, aunque el capitán del barco haya cambiado, la nave y parte de la tripulación sigue siendo la misma, por lo que es normal que algunos de los problemas que arrastraba persistan.

Uno de los principales talones de Aquiles del Baskonia la pasada campaña fueron sus dificultades para anotar en ataques en estático, y por lo visto hasta ahora en los amistosos de pretemporada, el conjunto azulgrana sigue teniendo problemas para generar buenas situaciones de tiro cuando el rival está ordenado en defensa. Con Dusko Ivanovic al mando, la gran parte de los puntos azulgranas llegaban después de buenas defensas. Cuando el equipo era intenso atrás y provocaba errores del rival, era capaz de aprovechar su físico y velocidad para anotar canastas fáciles en transición. Sin embargo, cuando no tenía esa opción, se encomendaba a las jugadas individuales y al acierto de Baldwin, Granger o Fontecchio, que terminaban haciendo la guerra por su cuenta.

Con la llegada de Spahija al banquillo se produjo una notable mejoría en este aspecto. El Baskonia comenzó a compartir mejor el balón, a jugar sistemas y a encontrar puntos tanto en la pintura como desde el perímetro, aunque siguió dependiendo en gran medida de las transiciones y del talento individual de sus estrellas para poder sacar adelante los partidos.

Ahora, el equipo vuelve a sufrir en las mismas situaciones. Las penetraciones de Thompson y Howard, aprovechando los bloqueos de los interiores, fueron uno de los pocos recursos con los que el Baskonia hizo daño en estático en los dos primeros amistosos. De hecho, a Peñarroya se le vio en varias ocasiones desesperado en la banda pidiendo mayor movimiento del balón y aplaudiendo las jugadas en las que el esférico pasaba por varias manos, aunque no terminaran en canasta.

Ayer ante el Manresa se notó cierta mejoría, aunque también es cierto que el ritmo vertiginosos del encuentro a partir del descanso y los amplios espacios concedidos por el conjunto catalán hicieron que el Baskonia se encontrara mucho más a gusto y pudiera anotar en los primeros segundos de las posesiones. En la Euroliga, sin embargo, no contará con esa superioridad física y se enfrentará más a menudo a situaciones en las que tenga que atacar en estático, sin duda una de las tareas pendientes del nuevo Baskonia.