La Mano de Elías, testigo en el pasado de épicas victorias azulgranas que consolidaron su crecimiento en la Euroliga, estuvo a punto de ser talismán para los intereses baskonistas. Se ahogó en la orilla un equipo vitoriano muy mejorado respecto a los duelos previos al último parón. Eso sí, no bastó la mordiente de Baldwin en una cancha como la macabea que terminó por engullir a los hombres de Spahija en un epílogo no apto para cardíacos.
El Baskonia se quedó con la miel en los labios tras un partido vibrante en el aspecto anotador. Faltó instinto asesino ante un Maccabi que tuvo en Wilbekin a su brazo ejecutor. Primero con un triple mortal de necesidad que devolvió la delantera a los suyos tras un dos más uno de Costello (92-91) y más tarde con su sangre fría desde la personal.
Entre medias, un monstruoso tapón de Nunnally a Peters, al que se le cayó el balón en el momento de armar el brazo, y una inoportuna técnica a Spahija hicieron mucho daño a un Baskonia que, al menos, acabó con la conciencia tranquila gracias a un espíritu competitivo que se ha echado de menos durante casi toda la temporada.
Hubiera sido altamente positivo para la autoestima alavesa profanar la cancha israelí, pero el Baskonia se diluyó en un cuarto final donde Zizic fue un coloso indescifrable. El cansancio de hombres clave como Baldwin y Giedraitis, a los que Spahija no pudo oxigenar, también pesó como una losa.
Entre dos clásicos de la Euroliga en horas muy bajas, surgió uno de esos trepidantes partidos donde el espectador se siente como pez en el agua debido a los elevados guarismos ofensivos. Las defensas no destacaron precisamente por su contundencia y la velada se convirtió en lo más parecido a un All Star de la NBA con dos equipos decididos a imprimir un ritmo centelleante y, sobre todo, gastar pólvora a mansalva desde el 6,75.
El intercambio de golpes se hizo realidad desde los primeros compases con un volcánico ritmo anotador que la pizarra de ninguno de los dos entrenadores pudo contener. El escenario soñado por jugones como Wilbekin, Nunnally y Baldwin, que lucieron sus habilidades y acreditaron su colmillo afilado.
El Baskonia cosió por momentos a triples al Maccabi merced a una notable puesta en escena que invitó al optimismo. Tras dos semanas sin competir, apenas se dejó sentir en exceso la falta de ritmo con una escuadra vitoriana sabedora de la escasa predisposición macabea para el sacrificio defensivo.
La alegría ofensiva tuvo como triste contrapunto un día más una intensidad más propia del patio de colegio, sobre todo en la primera mitad, o la consabida tibieza en la pintura. De ello extrajo petróleo un poste fornido y con buenos fundamentos técnicos como Zizic, que primero sacó del partido a Costello con su tempranera segunda falta y también dejó en evidencia a Enoch.
La pegada de Baldwin no bastó para consolidar ese buen arranque ante un Maccabi preso de su anarquía pero cuyo rigor creció sobremanera con la entrada de DiBartolomeo. En un partido propicio para velocistas y francotiradores, el exterior israelí puso casi siempre las solitarias gotas de criterio en el juego posicional local.
Con un espíritu más belicoso atrás, el Baskonia volvió a ofrecer su mejor cara al inicio del tercer cuarto con un parcial de 3-16 que propició nuevamente los murmullos en el Menora Mivtachim Arena. Y todo ello pese a dos incomprensibles errores de Peters, que demostró su bajo tono físico al desperdiciar un mate y una canasta debajo del aro.
Seis puntos consecutivos de Nunnally precedieron otra fase propicia del partido en la que el Baskonia amagó con el despegue definitivo. Con Baldwin en trance para destapar las débiles costuras israelíes y un socio renacido como Giedraitis, el conjunto vitoriano empezó a amasar jugosas ventajas en el marcador (69-77).
Zizic volvió a convertirse en un martillo pilón en el cuarto final con un puñado de canastas fáciles tras rebote ofensivo y 'alley oop' que acercaron al Maccabi. El croata no tuvo oposición de ninguna clase bajo los aros y el partido se convirtió en un cara o cruz. Wilbekin pareció quedar fuera de combate a falta de tres minutos por un problema en el gemelo, pero la estrella del Maccabi regresó como el Cid Campeador para dar la victoria a los suyos con cinco puntos consecutivos.