- Fueron dos segundos que se hicieron eternos. Los que tardó Papapetrou, el icono del Panathinaikos, en soltar el balón de la yema de sus dedos y el aro local escupir el tiro que era de la victoria para el cuadro griego. Perfectamente contenido por las piernas rápidas de Granger, el alero griego armó el tiro en una posición incómoda y su intento se quedó muy corto por fortuna para el Baskonia.
Por ende, el conjunto vitoriano respiró de alivio sobre la bocina y pudo darse la primera alegría en esta Euroliga donde cada victoria es un tesoro. Fantasmas ahuyentados y la sensación de que los hombres adiestrados por Ivanovic empiezan a encontrar el camino hacia la ansiada estabilidad.
La contribución del base uruguayo resultó impagable en los segundos finales ya que previamente había capturado un rebote ofensivo que le envió a la línea de personal -el Panathinaikos ya estaba en bonus- y le permitió anotar dos tiros libres. La misma sangre fría de la que hicieron gala Giedraitis y Fontecchio desde la línea del 4,60 para contrarrestar el instinto asesino acreditado por Macon, empeñado en dar vidas extras al conjunto heleno con su monstruoso acierto desde la larga distancia y colocar un nudo en la garganta al personal en el Buesa Arena.
Finalmente pudo cantar una victoria de oro un Baskonia con otro espíritu más guerrero y un juego más reconocible. Claro que para el subidón vivido ante los griegos también tuvo que encomendarse a un bombero completamente inesperado. Sedekerskis, un soldado con el que Ivanovic puede ir a cualquier guerra, acalló las voces críticas que cuestionan su escaso desparpajo en ataque para erigirse en la llave sorpresa de la victoria azulgrana.
El todoterreno lituano se emparejó atrás con éxito con diferentes atacantes visitantes, exhibió una puntería inusual y realizó un sobresaliente trabajo de fontanería que sostuvo al Baskonia en sus momentos más delicados. Ivanovic jugó con fuego al prescindir de sus servicios a falta de dos minutos por sangrar del brazo. En su lugar recurrió a Fontecchio como falso cuatro, pero el técnico montenegrino no tuvo que lamentar daños.
El Panathinaikos, sin el glamur de la década anterior pero una interesante colección de estadounidenses en el perímetro, llevó al límite a la tropa alavesa. La moneda al aire salió cara tras una velada donde el amago de despegue registrado al inicio del tercer cuarto no fue suficiente para vivir un plácido final de encuentro. En cualquier caso, estas victorias tan agónicas tiene un valor doble y sirven para alimentar la autoestima del grupo.
Giedraitis tiró del carro desde el salto inicial con su pegada ofensiva y su mordiente en el rebote ofensivo. El lituano tan solo se vio secundado por un Fontecchio cada vez más próximo a su versión tan pujante del verano con Italia. Fuera de sus dos aleros, al Baskonia le costó encontrar referentes para profanar el aro heleno hasta la entrada de Enoch.
La defensa sobre los pequeños del Panathinaikos no fue en algún tramo de la velada lo intensa que Ivanovic hubiese deseado. Macon, Perry y Nedovic acreditaron por momentos su fama de jugones en el Buesa, aunque al mismo tiempo su anarquía cada vez que alguien le echó el aliento en la nuca con acierto.
El partido discurrió por unos parámetros de extrema igualdad con un Baskonia, eso sí, exhibiendo una imagen muy mejorada respecto a sus dos primeras apariciones continentales. Los grandes minutos previos al intermedio firmados por Sedekerskis le permitieron lograr un pequeño colchón antes del periodo para la reflexión. En el lado negativo de la balanza, Nnoko se vio intimidado por los centímetros de Papagiannis, Marinkovic -que al menos inauguró su casillero de puntos en esta Euroliga- destapó de su falta de confianza en los tiros abiertos y Costello se mostró inoperante en ambos aros.
La segunda parte se inició con tres triples consecutivos de un Baskonia dispuesto a poner tierra de por medio cuanto antes (49-38), aunque el Panathinaikos rápidamente se le echó encima gracias a los mejores minutos del siempre estable Papapetrou. El alero griego se sacó varios conejos de la chistera para frustrar el intento de despegue de los alaveses, que resistieron con entereza en un final de partido no apto para cardíacos.
Una moneda al aire El Baskonia salió vivo de un partido no apto para cardíacos y al filo de la navaja en el que, salvo un pequeño tramo del tercer cuarto, no pudo conseguir nunca un colchón holgado. Sin embargo, el conjunto vitoriano dio finalmente con la tecla para sumar la primera victoria continental.
Héroes individuales Sedekerskis firmó una de las mejores actuaciones que se le recuerdan, Giedraitis y Fontecchio sostuvieron al equipo en los momentos más delicados y Granger también resultó decisivo en el minuto final con un providencial rebote ofensivo, dos tiros libres y una defensa espectacular sobre Papapetrou.