Cuando se conceden demasiadas segundas oportunidades, lo normal es que el equipo contrario termine aprovechándolas, y en el día de ayer el Manresa agradeció la inconsistencia baskonista a la hora de cerrar el rebote, carencia que ya se vio en las dos derrotas anteriores contra el Joventut y el Olympiacos, pero que ayer, en un duelo con un marcador mucho más apretado, se hizo especialmente notable y terminó llegando al punto de resultar desesperante.

El conjunto gasteiztarra acudió ayer al Nou Congost avisado de la capacidad de su rival de recoger rebotes en ataque -Bako llevaba 12 capturas y Sima 10 en las tres primeras jornadas-, pero no fue capaz de neutralizar esa virtud del conjunto catalán, que, sin registrar porcentajes de lanzamiento mejores que los del Baskonia, fue amasando su ventaja a base de tener más oportunidades de tirar a canasta. De hecho, entre tiros de dos y triples, los locales sumaron 62 intentos (31 y 31 respectivamente), mientras que los azulgranas se quedaron en solo 48 (27 y 21), una brecha demasiado grande, más aún teniendo en cuenta que los gasteiztarras no están precisamente viendo aro con facilidad en este inicio de campaña.

Ante el Joventut y el Olympiacos, el cuadro alavés podía refugiarse en la altura de Tomic (2,17 metros) y Fall (2,18), pero ayer el problema no fueron los centímetros, ya que Sima y Bako tienen una envergadura similar a la de Enoch y Nnoko, mientras que Moneke, que recogió hasta cuatro rebotes ofensivos, no llega a los dos metros de altura. Al final del encuentro, el Manresa registró 14 capturas debajo del aro azulgrana, mientras que el Baskonia solo fue capaz de conseguir cinco rebotes en ataque. En algunas ocasiones, esta enorme diferencia se debió a la desorganización de los jugadores gasteiztarras, que no se entendieron a la hora de proteger la zona y que en ciertas acciones ni siquiera hicieron amago de ir a por el balón. En otras, sin embargo, el problema fue simplemente la falta de intensidad y concentración de los encargados de proteger la pintura.

Y es que cuando hasta seis jugadores diferentes del rival -entre ellos Francisco, de 1,85 metros- capturan al menos un rebote cada uno, el problema no es de los pívots, sino del bloque en su conjunto. Para colmo, algunas de esas segundas oportunidades concedidas al Manresa llegaron en momentos decisivos del encuentro, como uno de Sima con canasta posterior cuando mejor estaba el Baskonia (57-55) u otro de Moneke que terminó con cualquier opción de remontada a falta de 1:45 (68-63). Problemas como la falta de acierto en el tiro son más difíciles de controlar y en ellas la confianza juega un papel importante, pero cerrar el rebote es algo básico que el Baskonia está obligado a mejorar en las próximas fechas si pretende terminar con esta mala racha de resultados que empieza a ser preocupante.