- Todavía quedan semanas por delante para poner la guinda del pastel a muchas plantillas incompletas, pero la Euroliga 2021-22 promete seguir deparando la misma ración de espectáculo que en las últimas ediciones. Pese a la retirada de jugadores carismáticos que ya no se dejarán ver (Vassilis Spanoulis, Felipe Reyes, Ioannis Bourousis y Fernando San Emeterio) o los cuantiosos daños que la emergencia sanitaria ha hecho en las cuentas de los dieciocho participantes, un leve vistazo a la configuración de los equipos deja entrever que la próxima edición de la máxima competición continental no perderá ni un ápice de su encanto y glamur habituales.
Un torneo que, tras el cambio de formato experimentado hace años y con el renovado sistema de todos contra todos en una extenuante fase regular a nivel físico y mental, ha subido varios peldaños en cuanto a emoción e interés para los aficionados, ansiosos ya de poder regresar cuanto antes a las canchas.
Instalado desde tiempos inmemoriales entre la flor y nata de la Euroliga y con una de las mejores trayectorias a sus espaldas que incluye cinco apariciones en la Final a Cuatro y las dos finales de 2001 y 2005, el Baskonia ya es consciente de que su próximo trayecto estará repleto de espinas. El club azulgrana ha sido uno de los animadores del mercado estival con varios fichajes de campanillas que deben mantenerle en la cresta de la ola, aunque sus rivales directos no se han quedado atrás a la hora de reforzar su armazón.
La competencia volverá a ser feroz para Dusko Ivanovic y sus discípulos, que aún a la espera de refuerzos partirán con el objetivo de situarse en el Top 8 y seguir siendo una china en el zapato de los poderosos. Como suele suceder en estos casos, los hay que han concentrado todos sus esfuerzos en conservar lo mucho bueno que tenían huyendo de las amenazadoras garras de la NBA. Y, por otro lado, también ha emergido un nutrido ramillete de aspirantes que, gracias a una generosa chequera, se ha dedicado a atrapar a piezas muy codiciadas con el fin de elevar su cotización dentro del torneo.
Conviene celebrar, al menos, que un buen número de estrellas en boca de todo el mundo todavía resista a este lado del Atlántico. Esa es una grata noticia para un baloncesto europeo que viene sufriendo de forma despiadada las volcánicas embestidas de una NBA con la caña permanentemente echada para arrebatar a golpe de talonario las principales gotas de talento. Eso sí, la continuidad de destacadas figuras a lo largo de los últimos tiempos como Shane Larkin, Kevin Pangos, Shavon Shields, Rokas Giedraitis, Nigel Hayes, Tyler Dorsey, Ioannis Papapetrou o Rokas Jokubaitis todavía pende de un fino hilo.
La pasada campaña se vivió un éxodo sin precedentes, no por el número, que ya no sorprende en una competición estadounidense cada vez más internacional; sino por las formas. Las restricciones económicas para las franquicias norteamericanas, que no pueden afrontar el pago de cláusulas de más de 750.000 dólares, no fueron suficientes. Así, jugadores como Facundo Campazzo, Gabriel Deck, Mike James, Luca Vidoza y Elijah Bryant emigraron a mitad del ejercicio sin dar margen a sus equipos para reaccionar.
Entre los equipos de la aristocracia, el Anadolu Efes ha sido el único que hasta la fecha no se ha movido. El gran fichaje del vigente campeón ha sido la continuidad de Vasilije Micic, renovado por tres años más a cambio de 3,5 millones de euros anuales. Un sueldo estratosférico que le coloca a la altura de Shane Larkin, quien casi con total seguridad también seguirá en Estambul. Lo que aún persigue insistentemente Ergin Ataman es un pívot que cubra la vacante dejada por Sertac Sanli (Barcelona) tras frustrarse la opción de Jock Landale. El CSKA es otro gigante que, de momento, exhibe una parálisis sorprendente, si bien en el mundillo del baloncesto ya es vox populi que ha repatriado a Alexey Shved procedente del desaparecido Khimki. Marius Grigonis constituye la solitaria apuesta de Dimitris Itoudis para devolver al club del Ejército Rojo a la cúspide continental.
El Real Madrid y un Barcelona lastrado por su ruina económica volverán a ser claros aspirantes a la Final Four tras haberse registrado un sorprendente trasvase de jugadores en sus plantillas. Thomas Heurtel y Adam Hanga han emprendido el camino desde la Ciudad Condal hasta la capital de España, mientras que el viaje a la inversa ha sido tomado por Nicolás Laprovittola. Además, los blancos han reforzado su engranaje con dos interesantes nombres (Guerschon Yabusele y Nigel Williams-Goss), mientras que el cuadro culé -Saras sigue a la espera de un alero- parece haberse debilitado víctima de sus galopantes problemas financieros que le han obligado a rebajar su masa salarial.
Varias alternativas al poder establecido emergen de cara a la próxima edición como el Fenerbahce, el Zenit, el Armani o incluso el Unics Kazan de Perasovic. Algunos de los galácticos fichajes del verano han llevado su firma. No sería de extrañar que todos ellos vuelvan a pelear por una plaza en la reunión más elitista del Viejo Continente, que regresará a Berlín en mayo de 2022.
Los exbaskonistas Pierria Henry y Achille Polonara han volado con destino a Estambul, donde también se estrenará Sasha Djordjevic en el banquillo tras el regreso de Igor Kokoskov a la NBA como técnico ayudante. En San Petersburgo ha recalado un base americano que promete dar mucho que hablar (Shabazz Napier), además de cuatro exACB (Jordan Mickey, Jordan Loyd, Mindaugas Kuzminskas y Conner Frankamp). El Armani de Ettore Messina ha dado otro golpe de efecto con el regreso a Europa de Nicolo Melli -en la zona lombarda estará el rocoso Dinos Mitoglou- y también busca un salto de calidad con dos pequeños jugones americanos (Jerian Grant y Devon Hall). El Unics, que regresa a la Euroliga, tampoco quiere ser una comparsa con las incorporaciones de Tonye Jekiri, Mario Hezonja, Will Thomas o Lorenzo Brown.
Entre los restantes participantes, no se intuye que alguien pueda rebelarse ante el poder establecido. El Maccabi ha vuelto a poblar su roster de americanos, algunos sospechosos y algo de vuelta como James Nunnally y Derrick Williams, además del fornido Jalen Reynolds, Keenan Evans y Kameron Taylor.
La falta de pujanza de los colosos griegos es una tónica desde hace tiempo y las perspectivas de que tanto el Olympiacos como el Panathaikos recuperen el esplendor perdido son mínimas. En el Pireo han desembarcado Thomas Walkup y Moustapha Fall, mientras que en el OAKA han recalado jugadores sin un gran prestigio como Alpha Diallo, Okaro White, Daryl Macon, TJ Bray, Kendrick Perry o Jehyve Floyd.
Quien puede bajar varios peldaños de nivel es un Bayern Munich de Andrea Trinchieri que ha sufrido sensibles pérdidas en su engranaje e introduce como novedades a Corey Walden, Darrun Hilliard y Othello Hunter. El fichaje más conocido del otro conjunto alemán del Alba Berlin, el lugar donde más está echando sus redes el Baskonia en los últimos tiempos, es Yovel Zoosman.
Mucho más se han movido un Zalgiris con cinco caras nuevas (Janis Strelnieks, Josh Nebo, Mantas Kalnietis, Niels Giffey y Tyler Cavanaugh) o un Asvel con seis altas (Elie Okobo, Chris Jones, Raymar Morgan, Dylan Osetkowski, Victor Wembanyama y Kostas Antetokounmpo) y que también ha renovado a su estrella David Lighty.
Por último, Nikola Kalinic y Aaron White constituyen las novedades más interesantes del Estrella Roja -de nuevo con poco músculo económico-, mientras que el Mónaco galo -debutante en la Euroliga- aspira a poner en dificutades a los clásicos del torneo con, entre otros, Leo Westermann, Donta Hall, Paris Lee, Jerry Boutsiele y Danilo Andjusic.
Fenerbahce, Zenit, Armani y Unics aspiran a subir algún escalón; el Bayern se ha debilitado y los griegos parecen no levantar cabeza
La millonaria renovación de Micic, el regreso de Melli al Armani y el trasvase entre el Barça y el Real Madrid han animado el mercado estival