A falta de tan solo cinco jornadas para el cierre de la fase regular, el Baskonia difícilmente acabará ocupando otro puesto que no sea el cuarto. Por arriba, un Tenerife cada vez más estable ha abierto una brecha insalvable de dos victorias, que podrían ser tres si los chicharreros se imponen esta noche en La Laguna al Bilbao Basket. Por detrás, tanto el San Pablo Burgos como el Valencia Basket transitan a tres triunfos de diferencia, aunque ambos equipos han disputado un partido menos que los discípulos de Dusko Ivanovic.

Es decir, se diría que el Baskonia se encuentra ahora mismo en tierra de nadie cuando, antes de la llegada de las series finales por el título, todavía debe afrontar dos partidos asequibles en el Buesa Arena (Unicaja y Joventut) y tres salidas de desigual dificultad (Gipuzkoa Basket, Barcelona y Manresa).

Salvo un grave desfallecimiento a la vuelta de este balsámico parón, el combinado vitoriano tiene como principal objetivo retener la cuarta plaza que le proporcionaría la ventaja de campo en la primera eliminatoria por el título. Sin embargo, este objetivo se ha convertido en algo secundario desde que los devastadores efectos de la emergencia sanitaria mantienen cerrados a cal y canto todos los pabellones de la Liga Endesa.

Antes que estar pendiente de la identidad de su primer escollo, bien haría el Baskonia en mirar hacia su propio ombligo y tratar de recuperar algo de frescura para afrontar esta recta final de temporada con ciertas garantías de éxito.

Cualquier premisa para albergar alguna posibilidad de cuajar un digno papel en estos play off pasa, en primera instancia, por que el polivalente Tadas Sedekerskis deje atrás el covid-19 y los dos jugadores lesionados (Luca Vildoza y Tonye Jekiri), capitales en los planes de Ivanovic, se restablezcan de sus molestias en el pie y del esguince en su rodilla derecha, respectivamente, permitiendo así una rotación algo más numerosa. Sin el base argentino ni el pívot nigeriano en nómina, la cotización azulgrana perderá muchos enteros.

Unicaja, GBC, Joventut, Barcelona y Manresa son las últimas piedras de toque del conjunto vitoriano en la recta final de la fase regular

verdugos en dos ocasiones En la primera y traicionera eliminatoria, que volverá a disputarse al mejor de tres partidos con la carga de tensión y nerviosismo que eso conlleva, el Baskonia ya está avisado acerca del peligro que le aguarda. El Burgos de Joan Peñarroya y el Valencia de Jaume Ponsarnau le han superado esta campaña en dos ocasiones, por lo que debería anidar un evidente ansia de revancha en las filas alavesas.

La estética formación castellana le derrotó en el Coliseum con aquel palmeo sobre la bocina del cubano Jasiel Rivero (91-89), mientras que el pasado domingo también se le indigestó en el Buesa Arena con un baloncesto de altas revoluciones tras el intermedio (83-94). El conjunto taronja, por su parte, se erigió en el verdugo azulgrana tanto en la última jornada de la fase regular de la Euroliga (86-81) como en el partido doméstico celebrado en enero en la Fonteta (83-61).

Si el Baskonia se cuela entre los cuatro mejores, el listón de la exigencia se elevaría varios centímetros. Y es que el Real Madrid se perfila como el siguiente obstáculo de esta compleja hoja de ruta a partir del 17 de mayo. El expediente rubricado por los pupilos en manos del gasteiztarra Pablo Laso es prácticamente impoluto con una solitaria derrota en 31 jornadas y el primer puesto merengue de la fase regular ya quedó zanjado recientemente en el Palau Blaugrana gracias a ese dos más uno final a cargo de Nicolás Laprovittola.

Nadie concibe a un gigante blanco fuera de los cuatro mejores pese a haber perdido en los últimos meses a figuras del calibre del Facu Campazzo y Gabriel Deck.Facu Mucho más tras el refuerzo de Vincent Poirier, que junto a Walter Tavares conformará casi con total seguridad la mejor pareja de cincos del baloncesto continental.

Por la otra parte del cuadro, la lógica dicta que un Barcelona armado hasta los dientes se perfila como el diáfano favorito para alcanzar la final. De ahí que, tras el inolvidable subidón de la pasada temporada en la burbuja de Valencia, la conquista de la quinta ACB de la historia se convertirá en un camino repleto de espinas.