- El Baskonia tenía que ganar y ganó, pero las formas no fueron las ideales. El sonrojo merodeó ayer durante muchos minutos en el Buesa Arena. Hincar el diente a un histórico atornillado desde hace años a la zona caliente de la ACB se daba casi por descontado, aunque de lo que realmente se trataba era de resetear la cabeza tras el adiós a la Euroliga y exhibir la solidez de antaño. Pues bien, en este sentido el Baskonia se quedó a medio camino con una actuación sumamente preocupante de cara al futuro.
Ni siquiera la controvertida baja de última hora de Vildoza justifica los enormes apuros, en parte porque el Estudiantes aterrizó en el Buesa Arena con un parte de guerra mucho más doloroso para sus intereses. Sin temor a equívoco, la eliminación continental ha dado paso a un Baskonia menos hambriento, poderoso y fiable. De ello estuvo a punto de aprovecharse un Estudiantes con la valentía y el desparpajo de sus mejores épocas.
Mientras tanto, la escuadra vitoriana no emitió señales de recuperación plena tras la decepción de Murcia. Se atisba un grupo más terrenal que a sus carencias estructurales derivadas de la falta de efectivos -Henry no gozó de ningún descanso durante la primera mitad y Dragic fue el encargado de oxigenarle a duras penas tras el intermedio con el consiguiente perjuicio a nivel colectivo- va sumando el progresivo cansancio de un curso agotador.
Un modesto como el Estudiantes le colocó un nudo en la garganta tras un partido en el que siempre le miró a los ojos y se le subió a las barbas de forma muy peligrosa. Con un evidente cansancio a cuestas y limitado al intercambio de canastas ante un forastero al que apabulla en cuanto a talento, el Baskonia selló un triunfo angustiante que, al menos, le permite seguir en la pelea por la tercera posición. Visto lo visto, se trata de un objetivo que debería tener entre ceja y ceja para evitar un previsible enfrentamiento ante el Valencia Basket en la primera eliminatoria por el título.
Con un ejército tan famélico, los sofocones ante cualquier rival se encuentran hasta cierto punto justificados. Diop y Fall fueron incapaces un día más de sostener un endeble juego interior, Kurucs no dio una a derechas en sus contados minutos del segundo cuarto y Raieste volvió a quedar fuera de los planes de Ivanovic. Menos mal que un providencial Giedraitis acudió al rescate para evitar males mayores. El lituano, tocado en varias fases por una varita mágica, fue el abrasivo sostén anotador de un Baskonia agarrado también a la raza de Henry y al trabajo siempre eficaz de Sedekerskis.
El Estudiantes, penalizado por varias antideportivas y técnicas en el epílogo, llegó vivo a los últimos minutos tras aceptar gustoso el intercambio de golpes. Fue un partido más propio del All Star de la NBA por el correcalles, el desmedido abuso del triple y el escaso rigor defensivos en ambos equipos. El cuadro madrileño no quiso ser menos que el Baskonia a la hora de golpear en una jornada disputada a un ritmo vertiginoso.
El triunfo azulgrana dejó en un segundo plano los graves desajustes defensivos. Y es que el vitoriano fue un equipo con escasa mordiente en el plano físico, con desatenciones en el cierre del rebote defensivo, sobre todo ante el fornido Angel Delgado, e incluso con una lentitud desesperante a la hora de correr hacia atrás. Hasta los balones balones divididos acabaron en las manos colegiales con un punto más de deseo o varios tiros libres se esfumaron de mala manera a la hora de ganar algo de tranquilidad en el epílogo.
Al Baskonia le costó más de lo esperado someter la férrea resistencia del Estudiantes, un clásico de la ACB con una coraza de plastilina en las últimas temporadas. Entre la laxa puesta en escena y una grave desconexión en el tercer cuarto que permitió el acercamiento colegial (62-61), el partido tuvo unas gotas de incertidumbre insospechadas.
Aunque pareció abrir una brecha casi definitiva en los compases finales del segundo cuarto, el conjunto vitoriano necesitó finalmente una penetración de Henry y un tiro libre de Dragic para alcanzar su objetivo. Ni siquiera el desbordante talento de Giedraitis fue suficiente para reventar un partido entre dos contendientes separados por un mundo en todas las facetas. Sin embargo, esta vez dieron la sensación de estar a la misma altura para sonrojo local.
La intensidad justa Ganó el Baskonia porque atesora más talento y su jerarquía en esta clase de duelos está fuera de toda duda, pero dejó muchas dudas en el ambiente. Su nula mordiente defensiva, las concesiones en el rebote o la debilidad de la ‘pintura’ presidieron las pobres prestaciones del equipo vitoriano, cuya aguja de la gasolina parece estar ya en la reserva.
Giedraitis tira del carro El elegante alero lituano se ensañó sin miramientos con el aro colegial evitando que el conato de rebelión protagonizado por el Estudiantes fuese a más. En un partido con barra libre para la anotación, nadie mejor que el ex del Alba para destapar su inmenso caudal. Rokas fue, sin duda, la punta de lanza de un Baskonia sin un recambio natural en el timón para Henry ante la nueva baja de Vildoza.