Cada vez más deprimido y pequeño para competir al más alto nivel. El TD Systems Baskonia escribió en Múnich otro capítulo de su progresiva pérdida de pujanza como colectivo. Ya no se pueden ocultar los graves problemas azulgranas tras otra exhibición de impotencia ante el Bayern, en el que un solo jugador se bastó por sí solo para crear un verdadero cortocircuito.
Jalen Reynolds no se encuentra entre la flor y nata de los mejores pívots del Viejo Continente y pasó en su día por el Barcelona con más pena que gloria, pero ante un juego interior vitoriano de plastilina como el baskonista causó un estropicio de otra época que permitió al Bayern campar a sus anchas. Con 21 puntos, 9 rebotes y 7 faltas recibidas en apenas 19 minutos de juego desarboló a un cuadro vitoriano errático en todas las facetas y con graves problemas estructurales en todas sus demarcaciones.
Si ante el Zalgiris se vio borrado del mapa por culpa del asombroso bombardeo exterior de los bálticos, el Baskonia esta vez salió despedido varios metros hacia atrás tras chocar violentamente contra una roca granítica como el Bayern. Nueva decepción en la Euroliga frente a un anfitrión teutón que carece de nombres rutilantes pero se sostiene en pie gracias a una envidiable estabilidad. La misma que hoy en día le falta a un maratoniano azulgrana con una personalidad extraviada en algún lugar, huérfano de la chispa de los primeros compases de la temporada y con varios jugadores sumergidos en un inquietante bache.
Los males arrancan en el timón con un Henry completamente fundido y huérfano de recambio que se vio desbordado por el habilidoso Baldwin IV. Giedraitis continúa sin liderar un perímetro en el que los ramalazos de carácter de Dragic fueron insuficientes y a los canteranos se les ven fácilmente sus débiles costuras. Entre los hombres altos, Polonara tan solo sumó en los minutos de la basura, la amenaza exterior de Peters brilló por su ausencia y el trío de cincos vivió un suplicio para contener a ese volcán en erupción llamado Reynolds. En definitiva, una plantilla extremadamente corta que necesita aire fresco en forma de alguna incorporación.
Otro sopapo de realidad La temporada se complica, por momentos, para un Baskonia que está dilapidando a pasos agigantados todo el crédito que acumuló en los primeros meses de competición. Pese al día menos de descanso tras jugar en San Petersburgo el miércoles o la sensible baja de uno de sus faros (Vladimir Lucic), el Bayern apenas le dejó respirar y destapó las muchas sombras de un ataque completamente plano.
Otro sopapo de realidad mientras los cimientos azulgranas amenazan con venirse abajo ante lo cargado de un calendario que no concede ningún tipo de respiro. Tras un amago de reacción en el tercer cuarto, el Baskonia vio reproducidos sus fantasmas en el ataque posicional, adoleció de fe y se mostró inoperante para provocar el más mínimo temblor de piernas en el Bayern, agarrado a la calidad de Baldwin IV, el músculo de Reynolds y su sobresaliente trabajo colectivo con apenas diferencia entre sus titulares y suplentes.
La tropa alavesa no aprovechó la parálisis inicial del conjunto alemán, que tardó cinco minutos en inaugurar su casillero anotador pero rápidamente se entonó para plasmar su superioridad. Sin capacidad para salir al galope o anotar en los primeros segundos de la posesión, el Baskonia pierde su esencia. Una y otra vez se estrelló contra la agresiva defensa bávara moviéndose en unos guarismos ciertamente raquíticos.
Reynolds fue el fornido elemento local que comenzó a abrir un socavón en el endeble engranaje alavés. Su poderío físico empequeñeció a los tres pívots de Ivanovic, que volvió a mover el banquillo con asiduidad sin encontrar respuesta sólidas. Como consecuencias de todos los males, el Bayern se disparó en el marcador bien entrado el segundo cuarto y ya enfiló el camino hacia una nueva victoria. El abuso del bote y el escaso movimiento de los jugadores sin balón también penalizaron a un Baskonia que quiso agarrarse a la velada gracias a la visceralidad de Dragic. La subida de intensidad tras el intermedio resultó evidente, aunque el Baskonia nunca llegó a echar realmente el aliento en la nuca a un anfitrión sobrado. Pintan bastos y este domingo llega al Buesa Arena otro rival temible como el Tenerife.