vitoria - El baloncesto regresa al primer plano tras una semana donde la crisis del coronavirus ha eclipsado todo lo relacionado con un encuentro trascendental de cara a las aspiraciones del Baskonia de incrustar su figura en el Top 8. Primero se especuló con la posibilidad de que la visita azulgrana al Maccabi se celebrara en un país neutral. Esta tendrá lugar finalmente en el Menora Mivtachim Arena, aunque con las gradas vacías de público tras una decisión de última hora.
Pese a las restricciones impuestas por el gobierno con el propósito de evitar la propagación del COVID-19, ha quedado constatado una vez más que el adversario azulgrana come aparte y tiene sus propias normas en su país. El santuario israelí rugirá algo menos de lo que suele ser costumbre y el conjunto vitoriano desea lograr en él su sexta victoria consecutiva entre ACB y Euroliga para seguir al acecho de un objetivo que hasta hace pocas jornadas parecía una quimera.
No cabe duda de que las esperanzas de gloria hubiesen sido mayores de haberse disputado el encuentro fuera de territorio hebreo, pero el Baskonia tiene ante sí el enorme desafío de conquistar una fortaleza casi inexpugnable que tan solo se ha visto profanada por el Real Madrid en esta edición continental.
En la retina de los aficionados azulgranas todavía persiste la humillación acaecida en el Buesa Arena en la ida, pero ni un Maccabi golpeado vilmente por las lesiones es el equipo imparable de noviembre del año pasado ni el vitoriano es hoy en día aquel grupo abúlico y abandonado a su suerte que deambulaba como alma en pena por todos los lugares. Por tanto, la velada se presenta más equilibrada de lo que la clasificación de unos y otros dicta.
El Baskonia comparece en Tel Aviv en el momento más dulce de la temporada y, de no sufrir recaídas, se encuentra en condiciones de pelear de tú a tú con un anfitrión que viene de cosechar dos feas derrotas. El Estrella Roja (92-76) y el Hapoel Jerusalem (98-87) acaban de destapar las grietas de un Maccabi que, pese a los refuerzos acometidos, no es ya la apisonadora de los primeros compases de la campaña sin el concurso de Wolters, DiBartolomeo, Casspi y Black. Ausencias que han hecho mella en el rocoso entramado israelí y permitirán al combinado alavés dar la sorpresa.
La antigua Mano de Elías es una emblemática cancha donde el Baskonia ha conquistado alguno de sus éxitos más memorables en la historia de la Euroliga. De hecho, contabiliza más alegrías -siete- que decepciones -seis- en sus trece desplazamientos a Tel Aviv, donde el azulgrana suele ser un visitante respetado y temido debido su gen competitivo. Se buscan héroes que den continuidad a las actuaciones decisivas de Bennett en 2002, Teletovic en 2009 o Poirier en 2018.
Asumiendo la extrema dificultad del envite, los pupilos de Dusko Ivanovic han dado motivos suficientes en las últimas fechas como para pensar en que, al menos, llegarán con las opciones intactas a los últimos minutos. Si pierde hoy y mañana se combinan los previsibles triunfos del Khimki y Fenerbahce -ambos juegan en casa ante unos asequibles Bayern Munich y Panathinaikos, respectivamente-, las posibilidades de alcanzar el Top 8 se reducirán prácticamente a la mínima expresión teniendo en cuenta que la próxima jornada toca rendir visita al Efes.
Mantener la fortaleza defensiva de los últimos tiempos se antoja vital ante un anfitrión que acostumbra a disparar sus dígitos gracias a un baloncesto vertiginoso y dinámico. Christon y Henry ejercerán como perros de presa para minimizar el talento de Wilbekin, el brazo ejecutor de un Maccabi que enarbola la bandera de un baloncesto físico y atlético con un puñado de estadounidenses entre sus filas.