Vitoria - Hoy el CSKA y este domingo el Real Madrid. Para echarse a temblar. La crisis es una realidad en el seno del Baskonia desde hace meses y los dos próximos rivales no son, desde luego, los más apropiados para reconciliarse con las victorias. Con las heridas de los estrepitosos dos minutos finales ante el Zenit todavía sin cicatrizar, los contados pupilos sanos en manos de Dusko Ivanovic encaran esta tarde otro áspero ochomil con su visita al vigente campeón de la Euroliga.

Las dinámicas tan distintas de los dos protagonistas permiten deducir un encuentro claramente decantado hacia el todopoderoso CSKA, aunque en el baloncesto y el deporte en general los milagros de vez en cuando se hacen realidad.

Con la autoestima de nuevo golpeada tras otra fea derrota que ha convertido el billete para el Top 8 en una quimera, el periplo ruso deparado esta semana por un calendario de locos conduce esta vez al Baskonia hacia una plaza mucho más inaccesible como el Megasport Arena. Y es que la formación alavesa se adentra hoy en la boca del lobo, una expresión coloquial que vale para definir a un CSKA en teoría inabordable que amenaza con agravar la tormentosa travesía azulgrana por la presente edición continental.

Un encuentro antes del cual más de uno se teme lo peor apreciada la inercia tan negativa del Baskonia y en el que, si no cambia la inquietante tendencia de la peor temporada que se recuerda, el principal objetivo radicará en minimizar daños y no salir excesivamente mal parado a nivel de resultado.

Así de tristes y poco ambiciosas son las perspectivas antes del salto inicial en Moscú, donde aguarda un CSKA mucho menos talentoso que en campañas precedentes pero igual de competitivo al más alto nivel. Los irrisorios 55 puntos que consintió a una compulsiva máquina de anotar como el Real Madrid ponen en alerta a los alaveses, que no se están distinguiendo por su criterio ni su buen hacer en la vertiente atacante.

Este Baskonia tan corto de efectivos, obligado sistemáticamente a saturar de minutos a varios componentes del quinteto titular como Henry y Shengelia debido a la falta de escuderos solventes, afronta hoy un desafío descomunal en busca de un halo de luz en la Euroliga.

El CSKA, también con bajas El de levantarse tras el enésimo sopapo recibido hace 48 horas en San Petersburgo, sobreponerse al cansancio físico y mental que le produjo hincar la rodilla sobre la bocina en el Sibur Arena tras su conato de reacción y dar la réplica a un anfitrión tan físico como el moscovita que le espera con el cuchillo entre los dientes. Tras un parcial de 13-0 en los cuatro minutos finales que le costó la victoria en el Buesa Arena en el enfrentamiento de ida, anida cierta sed de venganza en el CSKA.

Demasiados inconvenientes como para soñar con una gesta de dimensiones épicas en una cancha que tan solo ha sido profanada en esta Euroliga por el Olympiacos y el Panathinaikos. Pese a que Itoudis ha sufrido pérdidas irreparables (Chacho, De Colo y Higgins) tras conducir al CSKA hacia la gloria en mayo del año pasado en Vitoria y también tiene sus problemas de lesiones -especialmente dolorosa para los intereses del técnico griego es la baja de larga duración de Clyburn, acompañada ahora de la de Strelnieks y Hackett-, todavía conserva munición suficiente en todos los puestos.

Tres exbaskonistas como James, Hilliard y Voigtmann conforman hoy en día el núcleo duro de un plantel ruso que pelea de forma denodada con el Barcelona y el Maccabi por un tercer puesto que le proporcionaría la ventaja de campo en los cruces. La eterna juventud del incombustible Hines también constituye un filón para el CSKA, donde el rocoso cubano Sant-Ross dejó buenas maneras el martes en su debut frente a los merengues. No es ningún virtuoso, pero sí un alero todoterreno capaz de sumar en muchos apartados de la estadística.

Dado que la victoria es un objetivo irreal en este instante, el principal cometido del Baskonia será dar la cara y no bajar los brazos en el caso de que las cosas vengan mal dadas. Unos mínimos que el equipo vitoriano ni siquiera está alcanzando a lo largo de una campaña tortuosa donde no se atisba ningún tipo de mejoría y la vulgaridad es una permanente seña de identidad en todas las actuaciones.