Vitoria - Muchos entrenadores, especialmente los pertenecientes a la escuela balcánica, son acusados de no tener un plan B y de mostrar un inmovilismo pernicioso durante los partidos. En el caso de Dusko Ivanovic, sus voces más críticas siempre le han reprochado en sus anteriores etapas como jefe del banquillo del Baskonia el hecho de no activar la búsqueda de planes alternativas cuando las cosas venían mal dadas. Con algo más de dos semanas como bagaje al frente de un equipo frágil, roto y descompuesto hasta su llegada, el técnico montenegrino trata de imponer unas normas más férreas, aplicar su particular ideario baloncestístico y recuperar la confianza de una plantilla que tampoco ofrece grandes recursos ni atesora la amplitud de otras.
De lo que no hay duda es que Ivanovic está tratando de extraer el máximo jugo posible a la escasa materia prima de que dispone. No en vano, ya ha introducido novedades dignas de mención. Tanto su mentalidad como su forma de conducir el grupo pueden ser parecidas en muchos aspectos a las empleadas en su día por Velimir Perasovic, pero de momento salta a la vista el interés del balcánico por introducir recursos inéditos que pueden hacer del Baskonia un equipo más rico en el apartado táctico.
Por todos es sabido que el de Bijelo Polje no se casa con nadie y nunca le tiembla el pulso para tomar medidas que incluso puedan ser impopulares. Es Dusko en estado puro, el mismo que mediante una espartana filosofía de trabajo y un carácter volcánico que le han acarreado una polémica reputación entre los jugadores cosechó en su día sonados éxitos en Vitoria. De esta manera, Ilimane Diop pasó de ser un mero espectador de lujo ante el Fenerbahce a ser uno de los líderes espirituales en la convincente victoria en el Gran Canaria Arena, cancha donde Sergi García también comprobó cómo un error grosero puede servir para ver retirada su confianza durante un encuentro.
En su intento de trasladar el balón a la cancha contraria, el base balear incurrió en una pérdida ante Cook que le envió al banquillo de manera definitiva. Apenas tres minutos permaneció en pista el solitario refuerzo del Baskonia con la temporada ya en marcha. Tal y como sucedió en el fatídico choque ante los turcos, fue Janning nuevamente el exterior reciclado para llevar la manija del equipo y permitir que Henry adquiriera algo de oxígeno en el banquillo. El experimento con el estadounidense nacionalizado georgiano al frente del timón no funcionó del todo mal ante los hombres de Obradovic y Katsikaris, aunque a la larga no parece una solución válida para brindar la estabilidad soñada a una dirección cogida con pinzas.
Otro movimiento sorprendente de Ivanovic en sus pocos días como preparador azulgrana ha sido la apuesta por tres hombres altos. Shengelia y Polonara, este desplazado al tres, han compartido cancha durante algunos minutos con alguno de los tres cincos de la plantilla, un recurso con el que el montenegrino buscar elevar la envergadura y el poderío físico del cuadro vitoriano. Son variantes que, en función de la identidad de los rivales, podrán reeditarse en el futuro o, sin embargo, pasar a mejor vida.
A nivel individual, hay jugadores que todavía no pueden agradecer el cambio de rumbo en el banquillo. Al margen de Sergi García, Miguel González permanece inédito desde el desembarco de Ivanovic mientras que Fall -bastante condicionado por sus problemas con las faltas- también está disfrutando de un protagonismo residual a sus órdenes. El elevado minutaje de piezas sin un relevo claro como Henry, Shields y Shengelia también resulta preocupante de cara al futuro, pero ya se sabe que en la particular filosofía de Dusko el cansancio no existe.