Vitoria - El desembarco del fornido Micheal Eric, anunciado el martes por el Baskonia, deja prácticamente perfilado el juego interior del equipo vitoriano a falta de una última pieza que ni mucho menos deberá ser baladí ni residual en el futuro engranaje. Velimir Perasovic dispone actualmente de un único cuatro (Toko Shengelia) y tres cincos, todos ellos cortados por un mismo patrón (Youssoupha Fall, Ilimane Diop y el flamante fichaje nigeriano), de ahí que sea urgente encontrar en próximas fechas un complemento para la una demarcación crítica como la de ala-pívot, la misma que tantos quebraderos de cabeza lleva originando en los últimos tiempos con experimentos de dudosa valía como Ajdin Penava o Jalen Jones.
Dando por hecho que difícilmente se registrarán ya más novedades en cuanto a salidas de algún integrante de este cuarteto, -Shengelia e Ilimane son cupos de formación y, además, poseen contrato en vigor-, queda por aterrizar una quinta pieza que debería reunir unas características muy concretas si se impone la lógica y la sensatez entre los rectores deportivos azulgranas.
Y es que el perfil de ese jugador obligado a oxigenar y descargar de responsabilidad a Shengelia deberá contar sí o sí con una virtud de la que adolecen los cuatro hombres altos actualmente a disposición del preparador croata. Con el fin de conseguir el equilibrio indispensable en estos casos, el Baskonia necesita reclutar un especialista con cierta habilidad para abrir el campo, generar espacios a sus compañeros y, sobre todo, anotar desde el 6,75.
Es decir, el clásico cuatro moderno dotado de buena mano y con amenaza exterior que en la época reciente del deporte de la canasta se ha convertido en una prioridad innegociable para casi todos los entrenadores. El mercado no va sobrado de mirlos blancos y tampoco sobra el dinero para atraer hacia el Buesa Arena a algún primer espada que pueda estar libre en este instante, así que la secretaría técnica del Baskonia deberá hilar muy fino a la hora de pescar esa última pieza que deje configurada por completo su pintura de cara al próximo proyecto.
No cabe duda de que Shengelia ha sido, es y será el buque insignia azulgrana por una cuestión de jerarquía y sueldo, pero ello no es óbice para que el club alavés encuentre por fin un escudero ideal que, sobre todo, suponga un peligro constante desde el triple, la distancia que se ha convertido en un arma de destrucción masiva dentro del baloncesto. Su convivencia con Voigtmann ha resultado imposible durante las últimas temporadas y será necesario un buen suplente que garantice un rendimiento adecuado. Y todo ello sin obviar los innumerables problemas de lesiones que han dejado al georgiano fuera de la circulación durante meses.
Tras cinco temporadas en el Buesa Arena, si algo ha demostrado Shengelia es que su muñeca no es excesivamente fiable y, a menudo, suele ser flotado de forma descarada por sus pares. De ahí la trascendencia de que su escudero sí atesore esta virtud para, de paso, liberar espacios y permitir el pick and roll entre Vildoza y los pívots.
El elegante Nikola Mirotic desempeñará dicho rol en el reforzadísimo Barcelona, Anthony Randolph y Trey Thompkins son las veladas amenazas de Pablo Laso en el Real Madrid, el Valencia acaba de fichar a Brock Motum, Alec Peters se ha convertido en el flamante francotirador del Anadolu Efes... Es decir, prácticamente todos los rivales directos atesoran un especialista desde el 6,75 para cumplir esta función específica sobre la cancha.
En el Baskonia se espera con ansia que alguien termine cubriendo esta necesidad tan importante hoy en día. A favor de la entidad alavesa, eso sí, juega el hecho de que todavía continúan vacantes las dos plazas de extracomunitario y el escogido podría proceder de cualquier rincón del planeta.