El Kirolbet Baskonia se despidió ayer de la temporada recibiendo un bofetón de calibre mayor que le dejó definitivamente tendido sobre la lona. Las malas señales que el equipo venía enviando a lo largo de las últimas semanas, desde la eliminación de la Euroliga, se refrendó en la matinal de ayer en el Pabellón Príncipe Felipe. La vergüenza de la puesta en escena ya hizo presagiar lo peor, pero, después de haber sido capaz de revertir el marcador, peor aún fue la rúbrica al curso en un último cuarto en el que el conjunto vitoriano se desmoronó por completo justo cuando mejor lo tenía. Horripilante en el ataque, con errores en el lanzamiento impropios de profesionales, con varios jugadores ausentes mentalmente y otros tanto del todo desquiciados, el Baskonia concluyó la campaña de manera prematura con una eliminación del todo inesperada y que obligatoriamente tiene que abrir paso a un período de profunda reflexión por la incapacidad del plantel de levantarse tras la eliminación contra el CSKA.
Si dolorosa fue la derrota del pasado jueves en el Buesa Arena, al menos entonces el Tecnyconta Zaragoza se mostró en todo momento superior al Kirolbet. Una imagen que tuvo su continuidad ayer en un primer cuarto nefasto. Pero ahí, de la mano de Jayson Granger y Jalen Jones, el cuadro azulgrana sacó a relucir su orgullo. Estos dos jugadores le dieron un giro al encuentro a base de garra y varios de sus compañeros se subieron a su barco. Con una clara mejoría en la defensa y muchas canastas enlazadas sencillas, el conjunto vitoriano fue recortando los hasta diecinueve puntos de ventaja de los que llegó a disfrutar el cuadro maño y justo en el arranque del último cuarto se puso ocho puntos arriba.
A partir de ahí, el apagón ya fue definitivo. Un tiro libre de Voigtmann y otro de Shengelia -por cierto, vergonzoso 8/20, un 40 % de acierto desde los 4,60 metros, a la par del 27 % en el triple ante una defensa que se cerraba y cedía el lanzamiento exterior ante semejante nivel de desacierto- fueron toda la anotación baskonista a lo largo de los siguientes siete minutos. Un desastre rematado por la quinta falta del alemán, la descalificación de Poirier con una antideportiva inexplicable y un golpe sufrido por el georgiano que le volvió a abrir la herida en la nariz y que acabó por desquiciarle del todo antes de ser eliminado. Así, en cuanto el Zaragoza se puso de nuevo por delante en el marcador, el Baskonia se hundió definitivamente.
En el Pabellón Príncipe Felipe concluyó la temporada de un conjunto azulgrana que aspiraba a llegar más lejos en la competición doméstica. Tras una muy buena fase regular, la mejor de la década, el objetivo mínimo no era otro que alcanzar las semifinales y caer en cuartos de final perdiendo el factor cancha supone un fracaso mayúsculo. Ya en la Copa del Rey se falló estrepitosamente ante el Divina Seguros Joventut, otro equipo que, como el Tecnyconta Zaragoza, se encuentra en un escalafón inferior, al menos sobre el papel, al cuadro vitoriano. La notable participación en la Euroliga que tanto esfuerzo ha requerido y la pelea por ocupar una buena posición en la Liga ACB quedan del todo eclipsadas por el desastre, del todo inexplicable, con el que ayer definitivamente se finiquitó el curso.
Un batacazo sonado que deja un sabor de boca malísimo y que obliga a reflexionar de cara al futuro. El peso de la enorme exigencia de una temporada muy larga y cargada de partidos en la que se han producido infinidad de problemas ha acabado por aplastar al Baskonia, que si bien en Europa ha cumplido con sus objetivos se ha quedado en las citas domésticas lejos de alcanzarlos.
El Baskonia había alcanzado, como mínimo, las semifinales en las tres últimas campañas, pero ayer revivió el amargo sabor de boca de decir adiós a las primeras de cambio en el ‘play off’. Entre 2012 y 2014, también cayó en cuartos.