vitoria - No tiene la consideración de final porque, tras el partido de esta noche, todavía quedarán nueve ásperas refriegas para tratar de sellar el pasaporte hacia el Top 8. Sin embargo, nadie puede obviar que hay demasiadas cosas en juego en la velada como para tomarse a la ligera la visita del renacido Maccabi, uno de los rivales directos del Baskonia que acaba de meterse de lleno en la pelea tras enlazar cuatro victorias consecutivas, algunas de indudable prestigio ante oponentes de enjundia como el CSKA, el Barcelona o el Panathinaikos.
Se han cubierto ya dos terceras partes de la maratoniana fase regular de la Euroliga y la igualdad es máxima en la zona intermedia de la tabla clasificatoria. No en vano, acaso el Darussafaka sea ya el único que ha quedado descabalgado de una fratricida lucha que involucra en la actualidad a un buen número de aspirantes. Baskonia y Maccabi se encuentran fuera de las posiciones que conducen al cruce previo a la Final a Cuatro, aunque eso sí ostentan los mismos triunfos que el octavo -Armani Milan- y sus respectivas trayectorias describen una línea ascendente tras el brusco volantazo en el banquillo.
Desde que Perasovic y Sfairopoulos asumieron las riendas en la parcela técnica, dos clásicos del Viejo Continente han visto la luz. Eso sí, su mejoría todavía necesita ser refrendada durante las próximas semanas. El ganador de esta noche dará un paso de gigante, al margen del consabido subidón anímico.
En realidad, ambos contendientes persiguen un doble objetivo: la victoria propiamente dicha y también el basket average, un aspecto que puede resultar determinante a la postre para deshacer la igualdad existente. En caso de hacer valer el peso del Buesa Arena, el Baskonia dejará momentáneamente atrás a un peligroso adversario al que ya derrotó por un escaso margen de dos puntos (79-81) en su templo del Menora Mivtachim Arena.
De los diez partidos pendientes, el cuadro vitoriano afrontará siete al calor de su público, lo que concede un cierto grado de tranquilidad a la hora de soñar con el tercer billete consecutivo para el cruce de cuartos. Eso sí, el margen de error se ha reducido notablemente tras el inesperado tropiezo de la semana pasada ante el endeble Darussafaka. Dando por sentado que no resultará nada fácil rascar algo a domicilio en las tres salidas restantes (Barcelona, Panathinaikos y CSKA), no queda prácticamente otro remedio que firmar un pleno de triunfos en el recinto de Zurbano para alcanzar la meta soñada.
el maccabi, al alza La pérdida de frescura resulta evidente en los últimos tiempos -reconocida incluso por el propio Velimir Perasovic-, pero el Kirolbet debe apelar hoy más que nunca al aliento de su sexto jugador para extraer fuerzas de flaqueza y dar buena cuenta de un visitante con la autoestima por la nubes. Si el maratoniano azulgrana exhibe síntomas de fatiga, el Maccabi tampoco aterriza en el Buesa en las condiciones físicas ideales. No en vano, con el de hoy habrá disputado cuatro partidos en la última semana y viene de meterse el lunes entre pecho y espalda dos prórrogas en la complicada visita a Ashdod dentro de su torneo doméstico.
Las virtudes del Maccabi resultan sobradamente conocidas. Se trata de un equipo americanizado que despliega un baloncesto de elevadas revoluciones, diversifica mucho su peligro en ataque y también impone un listón físico alto amparado en la exuberante capacidad atlética de casi todos sus integrantes. Su reciente exhibición en Moscú ante el CSKA pone de manifiesto que no se arruga a domicilio.
El lesionado DeAndre Kane se perderá la cita de Vitoria, pero por contra sí estará presente el explosivo combo Jeremy Pargo, cuyo ingreso servirá para dar una vuelta de tuerca al consabido carácter imprevisible de los amarillos. Scottie Wilbekin y Johnny O’Bryant constituyen las amenazas más inquietantes del Maccabi, que también se nutre de la versatilidad de Angelo Caloiaro, el atleticismo de Alex Tyus -flamante MVP de enero en la Euroliga- y el virtuosismo de Michael Roll. Y todo ello sin obviar la progresión de Yovel Zoosman, una de las grandes esperanzas del baloncesto israelí para los próximos años.