Paso atrás. El de ayer fue el peor partido del Baskonia desde que el croata cogió sus riendas allá por noviembre. El vitoriano fue un equipo ansioso, eminentemente individualista y sin actividad defensiva alguna ante un colista que jugó siempre con cuatro ‘pequeños’ por la baja de última hora de Evans. La acumulación de faltas de Poirier e Ilimane motivó que Jones jugara más minutos de los esperados.
Ni el más pesimista de los seguidores azulgranas hubiera imaginado un mazazo de este calibre. La Euroliga siempre reserva emboscadas en los lugares más insospechados, pero aun con bajas en su engranaje y su consabido cansancio a cuestas nadie podía prever un descalabro como el de ayer que amenaza con dejar secuelas en el futuro. El colista sacó los colores a un Baskonia huérfano de energía, dureza, fluidez y también la más mínima estabilidad en los dos aros. No le sobra nada en este instante al castigado maratoniano azulgrana como para tomarse a la ligera cualquier desplazamiento y, tras remar lo que no está en los escritos durante los últimos tiempos, la cura de humildad padecida ante el Darussafaka le devuelve a la casilla de salida a la hora de colarse entre la flor y nata continental.
Cualquier aspiración de inmiscuir la figura en el Top 8 pasaba ineludiblemente por salir airoso de la visita al Volkswagen Arena, tomada únicamente esta temporada por el Buducnost y el Olympiacos. Pues bien, el Baskonia traicionó ayer el primer mandamiento que se había autoimpuesto para no desfallecer en una frenética carrera que incluye ya a numerosos aspirantes. Después de dejarse la vida -incluso el físico de varios jugadores- y realizar un esfuerzo sobrehumano para mantenerse a flote en la Euroliga con un ejército cada vez más menguante, el equipo vitoriano reventó el día más inesperado.
Puede que acusara el aciago día de sus estiletes, subestimara en exceso al Darussafaka o simplemente que sus fuerzas se encuentren ya al límite, pero el Kirolbet bajó drásticamente de la nube en tierras otomanas con una fea derrota que evocó por momentos a aquellas debacles inesperadas acontecidas en Múnich o Podgorica. Ese 8-2 inicial fue premonitario de lo que sucedería más tarde y, pese a enderezar el rumbo en los siguientes minutos, se fue diluyendo como un azucarillo hasta mostrarse impotente en unos instantes finales donde, lastrado por la ansiedad y el desacierto desde la larga distancia, se convirtió en una presa fácil para un anfitrión de lo más limitado.
douglas y eric, letales Fue un partido caótico de principio a fin que solo podía desembocar en un desenlace fatídico. El Baskonia contrajo todos los méritos del mundo para retornar a casa con las manos vacías. La consecuencia directa del batacazo es que vuelve a verse descabalgado momentáneamente de las posiciones de Top 8 y se queda sin comodines para poder cometer errores en el Buesa Arena, donde se jugará todas sus bazas. La tropa alavesa jugó con fuego durante la velada y finalmente se quemó emitiendo las peores sensaciones de la era Perasovic.
Toda la seriedad transmitida al exterior desde que el técnico croata cogió las riendas azulgranas se vio difuminada ante el rival más propicio posible. La nula predisposición defensiva, el pernicioso individualismo en ataque y el exceso de ansiedad en el tramo final cuando el Darussafaka volteó el marcador arrastraron al caos a un Baskonia abandonado por sus grandes referentes y atormentado por dos de los americanos del insípido cuadro turco.
Los héroes del éxito local tuvieron nombres y apellidos: Toney Douglas y Michael Eric. El primero dejó en evidencia al dúo Huertas-Vildoza, mientras que el poderío físico del ex del Bilbao Basket dejó en evidencia a Poirier, posiblemente el jugador azulgrana que más encarna en sus piernas la pérdida de frescura física. Debutó de forma testimonial Jones, que incluso dispuso de más minutos de los esperados ante los problemas de faltas del poste francés e Ilimane.
El Darussafaka, que también prescindió a última hora de otro de sus estadounidenses como Jeremy Evans, destapó las vergüenzas azulgranas pese a que únicamente se jugaba la honrilla. Con cuatro pequeños durante casi toda la velada al desplazar a Stanton Kidd al puesto de ala-pívot, provocó enormes desajustes en la defensa vitoriana. La dureza defensiva brilló por su ausencia y el predominio de las decisiones individuales también lastraron en exceso a un Baskonia que incluso pudo llevarse el triunfo pese a sus múltiples errores. A falta de tres minutos (78-70), el Darussafaka le metió de lleno en el partido gracias a su ataque de vértigo. Sin embargo, la falta de temple de Vildoza, un tiro libre errado por Janning y la seguridad de Douglas desde el 4,60 sepultaron las últimas esperanzas.
Faltan las fuerzas. El Baskonia está al límite tras un último mes donde ha debido realizar un esfuerzo titánico con solo ocho jugadores. Ayer fue un equipo sin piernas, ni aire en los pulmones para contener la efervescencia de un colista que se le subió a las barbas.
Individualismo. Casi todos los jugadores de Perasovic intentaron hacer la guerra por su cuenta, especialmente en una recta final donde Vildoza se erigió en el mejor aliado de un limitado Darussafaka.
Martillos pilones. Douglas y Eric, que sumaron 39 puntos entre ambos, causaron un verdadero estropicio a un Kirolbet fundido.
El único que tuvo las ideas claras y opuso algo de criterio pese a sus desatenciones defensivas o algunos triples cómodos que se fueron al limbo. También erró un tiro libre decisivo.