73

82

El cansancio sí existe. Mientras resistieron las fuerzas, el Baskonia tuteó al líder de la ACB. La baja de última hora de Garino volvió a ser otro mazazo para el técnico croata, que manejó una rotación muy inferior a la de Pesic y vio cómo sus pupilos desfallecían con el paso de los minutos. Ni a él ni a los jugadores se les puedes exigir ya nada, es el club quien debe revertir la alarmante precariedad.

El peso del cansancio. La baja de última hora de Garino devolvió al Baskonia al escenario conocido de jugar con solo ocho hombres. El equipo alavés mandó en el marcador hasta la posesión final del tercer cuarto, pero en el epílogo se convirtió en una presa fácil para un Barcelona más fresco y equilibrado.

Morir desde el triple. Consumido por el esfuerzo, los últimos minutos fueron una agonía para un Kirolbet empeñado únicamente en lanzar desde el 6,75. En la acera de enfrente, el ‘pick and roll’ entre Heurtel y Tomic causó un destrozo irreparable. La puntilla corrió a cargo de Ribas, autor de ocho puntos decisivos en el tramo de la verdad que plasmaron la superioridad blaugrana.

Vitoria - Los milagros siempre tienen una fecha de caducidad. Llega algún día en el que el Baskonia pide clemencia y no puede sostenerse en pie con un ejército tan reducido. Sobre todo, si aterriza un forastero tan poderoso como el Barcelona que con el paso de los minutos es capaz de ir minando paulatinamente las fuerzas alavesas e imponer su ley sostenido, en parte, por un banquillo más profundo. Y eso que Pesic se dejó ayer en el tintero a Kuric y Smits, dos espectadores de lujo de la reacción culé tras el intermedio ante un Baskonia desfondado y diluido como un azucarillo que afrontó la recta final con la aguja de la gasolina en la reserva.

Por segunda vez en el corto intervalo de un mes, el gigante culé profanó el Buesa Arena. No es una casualidad, ya que el de ayer fue un partido calcado al vivido en la Euroliga con un Kirolbet completamente fundido y falto de chispa en el tramo de la verdad. Cocido a fuego lento, el equipo vitoriano murió simplemente por asfixia. Sus ventajas se esfumaron a partir de las postrimerías del tercer cuarto. El desfallecimiento local fue lento pero imparable mientras Perasovic y la grada añoraban algún salvavidas procedente del banquillo que mitigase una caída inevitable. Consumido por el esfuerzo, solo hubo espacio para que un líder sobrado de recursos impusiera la lógica.

El Barcelona, más fresco y equilibrado en su juego, aguardó agazapado su oportunidad para ajusticiar a un Baskonia que vivió sin éxito del triple en el epílogo. El abuso desmedido del tiro desde la larga distancia reportó pésimos dividendos. En la acera de enfrente, el cuadro catalán supo hurgar en los puntos débiles alaveses. Si hace un mes se agarró a Pangos para salir airoso del Buesa, en esta ocasión fueron Tomic y Ribas los verdugos.

ribas da la puntilla Después de que el poste croata subiera la primera ventaja catalana al marcador (61-62) en la última posesión del tercer cuarto, el partido se convirtió en un suplicio. El pick and roll entre Heurtel y Tomic resultó indefendible para un Baskonia que perdió su rigor víctima de la rigidez de piernas y la falta de oxígeno. La primorosa lectura del juego de Ribas, de nuevo una pesadilla con unas decisiones rebosantes de inteligencia, la mordiente de un purasangre como Hanga y el poderío de Seraphin también provocaron momentos de zozobra en el Buesa Arena, rendido a la terca evidencia de que sin fichajes será imposible despedir esta temporada con un buen sabor de boca.

Más allá de la pólvora del francotirador Voigtmann, el Kirolbet careció de uñas para rematar su encomiable trabajo. Esta vez faltó fluidez y criterio en los bases, Janning pasó de puntillas y los pívots perdieron con la claridad la batalla bajo los tableros. Poirier, que emite síntomas de cansancio y uno de los más castigados por el desgaste sobrehumano de las últimas fechas, fue un coladero ante los dominantes postes de Pesic.

La baja de última hora de Garino devolvió al Baskonia al escenario ya conocido de tener que desenvolverse con únicamente ocho hombres ante un rival mucho más profundo. Pese al consabido estado de precariedad o su sangrante inferioridad numérica, la tropa vitoriana supo domar durante casi tres cuartos a un líder empeñado en prolongar su siesta iniciada en Tel Aviv. La delantera en el marcador obedeció un día más al sacrificio atrás y el buen hacer en la ofensiva, perfectamente capitaneada por Huertas y con un puñado de jugadores enchufados. Mención especial merecieron Shields, un cuchillo en las penetraciones que facturó infinidad de faltas a sus pares, y Hilliard, autor de 10 puntos en el segundo cuarto.

Entre Tomic y Ribas provocaron un destrozo en el cuarto final. El exbaskonista firmó ocho puntos determinantes que sepultaron a un anfitrión preso de la ansiedad y los arrebatos individuales. El Kirolbet gastó sus últimos cartuchos sin sentido alguno con una pésima selección de tiro desde el 6,75. Algo normal cuando el cansancio se apodera de la mente.

Un volcán en erupción con sus penetraciones que facturaron infinidad de tiros libres. Protagonizó un gran duelo con Hanga que acabó en tablas. En su debe, la falta de acierto exterior.