vitoria - 5 de abril de 2007. Es la fecha que asistió a una victoria del Baskonia en La Paz y la Amistad, el fortín inexpugnable ubicado en el barrio portuario de Atenas que se le ha indigestado sistemáticamente desde entonces a un maratoniano azulgrana de nuevo a las puertas de un desafío descomunal. Esta noche comparece en su pista maldita en unas precarias condiciones físicas para intentar romper un mal fario que perdura desde tiempos inmemoriales.

Tras aquel sonado éxito (89-95) sellado en la época de Boza Maljkovic que sirvió para incrustar la silueta de los vitorianos en la que por entonces era su tercera Final a Cuatro consecutiva, celebrada en aquella ocasión en Praga, el Kirolbet encadena la friolera de trece derrotas consecutivas ante el considerado unánimamente por la cátedra baloncestística como el equipo más canchero, rocoso y antipático de la Euroliga durante la última década y media. Si hay un grupo indomable y rebosante de boinas verdes aguerridos dentro del Viejo Continente que despierta admiración entre los aficionados rivales por su encomiable espíritu competitivo, ese no es otro que el Olympiacos.

De nuevo con tan solo ocho jugadores, cada vez más fatigados y exhaustos por la concatenación de esfuerzos, el equipo de Perasovic buscará una proeza en el infierno griego. Será el último partido de la máxima exigencia antes de que el calendario de la máxima competición depare bastantes menos curvas en los próximos meses con nueve partidos de los últimos trece en el Buesa Arena.

Lo positivo para el Baskonia es que, pese a haber disputado hasta ahora once de los diecisiete jornadas lejos de la cancha de Zurbano o la epidemia de lesiones, sus esperanzas de acceder al Top 8 siguen intactas. De hecho, la ansiada octava posición se mantiene a una sola victoria de diferencia gracias a la enorme igualdad reinante y eso es algo que hasta los más optimistas hubiesen firmado al inicio de la temporada en plena vorágine de decepciones con Pedro Martínez en el banquillo.

Un problema añadido para los mermados guerreros alaveses es que el gigante griego atraviesa un dulce momento de forma. Con un estilo más atractivo para el espectador, que se había acostumbrado en el pasado a que sus partidos fuesen de trazo siderúrgico y a pocos puntos, el plantel en manos de David Blatt ha ganado siete de los últimos nueve partidos y es un conjunto prácticamente inabordable como local, tal y como demostró en el reciente derbi heleno ante el Panathinaikos, a quien barrió de la pista con un inmenso Nikola Milutinov, MVP de la pasada jornada continental al totalizar 18 puntos y 18 rebotes para un total de 41 de valoración.

diferencias latentes El desequilibrio numérico es más evidente que nunca antes del salto inicial. Mientras el Olympiacos maneja una rotación interminable y se permite lujos como el hecho de mantener en el anonimato a Janis Timma -inédito en el último duelo continental-, el Baskonia únicamente opondrá ocho jugadores de un nivel aceptable para lo que demanda un torneo de altos vuelos como la Euroliga.

La formación azulgrana acarició en Estambul una gesta de dimensiones épicas, pero acabó ahogándose por pura lógica en la orilla víctima de su escasa rotación. El guión del partido de hoy puede tener muchas similitudes al de Turquía debido a las inconfundibles señas de identidad del anfitrión griego, de un perfil tan físico como el de Obradovic y cuya vieja guardia capitaneada por el incombustible Spanoulis sigue conservando el veneno de antaño.

El Olympiacos siempre cuece a fuego lento las veladas, propone batallas de desgaste progresivo y su célebre defensa también impone un listón físico muy difícil de ser rebasado. Consciente del aterrizaje de un Kirolbet disminuido, hoy tratará de hacerlo con más motivos con el fin de reducir el oxígeno de los contados elementos sanos en manos de Velimir Perasovic, que continúa sin levantar la voz ni decir una palabra más alta que la otra pese a la inexplicable parálisis de la directiva a la hora de concretar los ansiados refuerzos.

Las perspectivas de gloria no parecen excesivas para un Baskonia que, sin embargo, no se da por vencido de antemano y cuya capacidad para sobreponerse a las adversidades está resultando admirable desde cualquier punto de vista. Eso sí, el Olympiacos, que el domingo aplastó al AEK (101-75) en la liga griega, se perfila como un rival prácticamente inalcanzable para sus circunstancias actuales. Claro que, en ocasiones, la lógica salta por los aires.