Pocas victorias podrán dejar en el futuro un poso de mayor satisfacción a Perasovic que la lograda ayer por el Baskonia en la periferia de Moscú, donde de los nueve jugadores alineados por el croata -por todos es sabido el rol residual de González y Penava- cinco sumaron 10 ó más puntos, otro (Shengelia) bordeó esa cifra, uno de los bases (Huertas) que no se distingue por su exuberancia anotadora se fue hasta la decena de asistencias y el pívot titular (Poirier) también puso su granito de arena aun estando lejos de la excelencia.
El Baskonia fue, por momentos, un equipo con mayúsculas en Moscú, donde supo domar a un conjunto tan frágil y anárquico como el Khimki que, huérfano del veneno de Shved y la versatilidad de Gill, se convierte en un rival más vulnerable si cabe. Ello no fue óbice para resaltar el notable papel azulgrana en muchas fases del choque, presidido por un juego coral que se tradujo en la friolera de 26 asistencias -el tope de los vitorianos en esta edición de la Euroliga- y la buena circulación de balón que propició cómodos tiros abiertos o muchas situaciones fáciles de canasta tras la acertada conexión del base y el pívot en el pick and roll.
A excepción de algunos minutos angustiosos del tercer cuarto, el Kirolbet desarmó con facilidad a los rusos en un partido que confirmó la recuperación de dos jugadores que parecían extraviados para la causa. Tanto Shields, que protagonizó un arranque explosivo con 13 puntos en un primer cuarto de ensueño, como Voigtmann, de nuevo capitán general gracias a su anotación y visión de juego, se encuentran en plena línea ascendente. Ello lo agradece al máximo un Baskonia que no puede permitirse excesivas deserciones en un momento de la temporada donde Perasovic se encuentra obligado a hacer más con menos y no puede disponer de una amplia rotación por las bajas de Granger y Garino.
Al margen del danés y del alemán, el técnico croata dispuso ayer de otros jugadores enchufados para, por ejemplo, enmascarar el mal día de un Shengelia agotado e incómodo por la máscara en su rostro que le limitó la visión. Vildoza evidenció su enorme potencial con otra excelente actuación que incluyó siete asistencias y, junto a Huertas, dotó de una estabilidad máxima a la dirección de juego de los alaveses.
Por último, el Baskonia también agradeció sobremanera la irrupción de Hilliard en el último cuarto. El estadounidense, eclipsado hasta ese instante por Janning, sepultó las últimas esperanzas del Khimki con 14 puntos en esos diez minutos. Al margen de su seguridad desde el tiro libre, encadenó varias canastas providenciales que evitaron agobios de última hora. Para alguien como él, en el punto de mira desde el inicio de temporada por sus discretos guarismos, esta actuación debe servir de acicate para elevar su confianza y erigirse a partir de ahora en un exterior mucho más productivo.
Con su victoria de ayer ante los rusos, el Baskonia ha igualado el balance del curso pasado al cierre de la primera vuelta de la Euroliga con 7 victorias y 8 derrotas. Los azulgranas, que con la llegada de Perasovic han firmado un 5-3 en ocho partidos, siguen vivos.