La remontada azulgrana no se detiene en la Euroliga. Tras un titubeante arranque que hizo temer lo peor y un cambio de técnico entre medias con resultados altamente positivos, el Baskonia ha cogido la ansiada velocidad de crucero gracias a su tercera victoria consecutiva y la cuarta en las cinco últimas jornadas. A diferencia de lo sucedido en Tel Aviv, ayer no necesitó la foto finish para doblegar a un Gran Canaria que vivió una ilusión de lo más efímera en el cuarto inicial antes de derrumbarse por completo ante la extrema solidez vitoriana. Una cancha como la insular, tradicionalmente hostil en los últimos tiempos, se vio profanada más de seis años después por un Kirolbet generoso en el esfuerzo atrás y esta vez con respuestas corales a la hora de mantener la compostura.

Con una de las versiones más consistentes y pétreas de la presente temporada, no hubo que lamentar los problemas de faltas de Shengelia que le hicieron ausentarse de la velada durante muchos minutos ni los escuálidos dígitos anotadores de Poirier ni el visto y no visto de Hilliard, cuya gélida puesta en escena no recibió el indulto por parte de Perasovic y fue penalizada con una buena ración de banquillo. El Baskonia supo cortar las alas de un Gran Canaria que llegaba al choque inmerso en una dinámica positiva pero salió del mismo corneado y con una agria sensación de impotencia.

A la postre, nueva inyección de moral y confianza para los alaveses, que muchas jornadas después se encuentran a punto de pisar las mágicas posiciones de Top 8 -no lo hacen desde su victoria inaugural en Kaunas- y encaran mañana otro encuentro propicio ante un Barcelona en crisis con el fin de prolongar su estado de euforia en la máxima competición continental. Vildoza guió con notable acierto un monólogo a partir del segundo cuarto, pero otros jugadores se involucraron en la faena de hincar el diente a un tierno anfitrión cuya efervescencia inicial se apagó con el paso de los minutos. El liderazgo del timonel argentino se vio secundado esta vez por la mortífera pegada de Janning y Granger, la mordiente de Shields, la raza de un providencial Ilimane en los minutos previos al intermedio o el trabajo oscuro de Voigtmann.

ilimane, el punto de inflexión Apenas diez minutos se vio discutida la supremacía visitante. El Baskonia tan solo tuvo que ir a remolque en los compases iniciales ante un oponente de gatillo fácil y sostenido por un ritmo centelleante. Al equipo vitoriano le costó algunos minutos seguir el ritmo anotador de un dinámico Gran Canaria con múltiples registros para anotar y una marcada querencia al contragolpe. Tras retirar rápidamente la confianza a un desdibujado Hilliard, muy condescendiente con Rabaseda, Perasovic recurrió de nuevo a la presencia de dos bases con Granger desplazado al puesto de escolta y tanto la estabilidad como la dureza azulgranas subieron muchos enteros.

El cuadro insular pasó de ver el aro como una piscina a jugar muy lejos del aro y verse maniatado por el férreo trabajo de contención de los alaveses, mucho más activos e intensos a partir del segundo cuarto con apenas ocho puntos concedidos. En cualquier caso, la fulminante reacción azulgrana tuvo un indiscutible nombre propio: Ilimane Diop. El senegalés, devuelto al primer plano por el técnico croata ante la sequía anotadora de Poirier -su primer y único punto de la noche llegaría en el minuto 25-, sumó cuatro canastas de una tacada y ayudó a elevar una tensión bajo mínimos hasta ese momento.

Nada más retornar de los vestuarios, Shengelia incurrió en una madrugadora tercera falta que le envió al banquillo, pero el Kirolbet se sobrepuso a la ausencia de su estandarte con pegada desde el 6,75. Tres bombas consecutivas de Janning y otra de Vildoza mantuvieron el colchón de tranquilidad para los de Perasovic antes de que Shields enviara directamente a la lona a los canarios con otra notable ráfaga anotadora (48-63). Tras varias semanas desaparecido en combate, el alero con pasaporte danés volvió a enseñar las uñas merced a un notable trabajo multidisciplinar. El último cuarto sobró con un Gran Canaria resignado ante su inferioridad y un Baskonia sobrado.

Diez minutos de dudas. A partir del cuarto inicial, el Baskonia plasmó su clara superioridad en el Gran Canaria Arena con una de las versiones más rocosas y estables de la actual temporada. Su nivel físico y su agresividad carecieron de antídotos por parte de un anfitrión que se apagó por completo tras su efervescente arranque de encuentro.

Triunfo coral. El Kirolbet no acusó esta vez los problemas de faltas de Shengelia, la raquítica aportación ofensiva de Poirier o el castigo de Perasovic a Hilliard. Granger o Shields dieron un paso al frente, Vildoza dominó el ‘tempo’ a su antojo y Janning atormentó a los insulares con su eficacia desde el 6,75 tras el intermedio.

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Sin indulto para Hilliard. El estadounidense firmó cuatro aciagos minutos iniciales ante Rabaseda y su tiempo se acabó de forma prematura en el Gran Canaria Arena. El croata volvió a apostar por dos bases en pista durante muchos minutos con Granger desplazado al escolta. El equipo supo rehacerse a los problemas de faltas de Shengelia o la escasa producción anotadora de Poirier.

Perasovic le ha concedido las llaves del equipo y el argentino lo agradece. Notable equilibrio ayer entre su consabida pegada anotadora y su capacidad para hacer mejores al resto.