- Si el Baskonia presentó el miércoles en sociedad a Shavon Shields, ayer le tocó el turno al segundo fichaje de este mercado estival para el perímetro y el encargado de llenar el vacío dejado por Rodrigue Beaubois con su desembarco en el Anadolu Efes. Resultó llamativo que en el discurso de Darrun Hilliard, un estadounidense que viene de ser uno de los máximos anotadores de la Liga de Desarrollo enrolado en el filial de los Spurs de San Antonio y también predestinado a ser el desatascador azulgrana en los tramos calientes de los partidos, predominase en todo momento el ‘nosotros’ respecto al ‘yo’.
Y es que durante su alocución siempre antepuso la importancia del triunfo del colectivo respecto al lucimiento individual y eso no suele ser habitual en esta clase de jugadores que cruzan el Atlántico para llegar al Viejo Continente con la pretensión de marcar las diferencias, hacer buenos números y reivindicarse ante los ojeadores de la NBA.
“Soy, ante todo, un jugador de equipo que se amolda a las necesidades del entrenador. La definición de Darrun es la de un buen tío en el vestuario. Tengo el rol de ser un buen amigo, una buena persona y un buen compañero”, reconoció. Alejado del tradicional divismo de los baloncestistas norteamericanos, Hilliard se mostró como el clásico soldado disciplinado que tanto cautiva a Pedro Martínez, que tras la negativa de James Nunnally a vestir la elástica alavesa cuando surgió la oferta de los Timberwolves deseaba un exterior de un perfil similar al ex del Fenerbahce.
“Prefiero jugar de dos, aunque también puedo ayudar al base a subir el balón y defender a jugadores más pequeños”, explicó cuando fue cuestionado respecto a su posición ideal sobre la cancha. En este punto, dejó claro que es una pieza polivalente, eso sí siempre con un pronunciado sentido grupal. “Durante toda mi carrera he actuado de uno, dos y tres. Lo que intento hacer básicamente son las cosas correctas para que mi equipo pueda ganar”, aclaró Hilliard, un exterior de 25 años y 1,98 metros que cuenta con 91 partidos a sus espaldas en la NBA, una puerta que se le ha cerrado este verano tras una última campaña en la que ha estado a caballo entre los Spurs y su filial de la Liga de Desarrollo.
“La verdad es que he estado esperando hasta el final una oferta de allí, pero desgraciadamente no ha sido posible. Tuve la suerte de recibir una propuesta del Baskonia y la posibilidad de venir a un club tremendo e increíble con una buena organización. Aprendí de niño que, cuando se te presenta una buena oportunidad la debes coger”, recalcó este exterior ambidiestro, nacido en Bethlehem (Pensilvania) y formado en la universidad de Villanova, donde superó los 1.500 puntos durante su periplo comprendido entre 2011 y 2015.
Dado que nunca ha sido capaz de asentarse en alguna franquicia estadounidense, Hilliard se ha visto obligado a salir por primera vez de su país natal fichando por una sola temporada por el Kirolbet. Al menos, sí conoce las reglas FIBA tras convertirse en la estrella del combinado norteamericano que se impuso el pasado verano en la AmeriCup de Argentina. “La única complicación para mi adaptación a Europa puede ser el Wi-Fi”, bromeó ayer el estadounidense cuando recibió una pregunta recurrente en estos casos.