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Un Baskonia inferior. El Kirolbet nunca pudo cogerle el pulso a un partido tiranizado desde el inicio por el Fenerbahce. Su técnico rató de revertir el dominio turco con la apuesta por cuatro ‘pequeños’, la zona 1-3-1 o el ingreso de Granger bien avanzado el tercer cuarto, pero nada contrarrestó la clara superioridad del Fenerbahce. Poco que objetar a la trayectoria azulgrana desde su llegada.
Mostró toneladas de orgullo para tratar de contrarrestar el dominio turco. Determinación en las entradas, si bien acabó a merced del ‘tempo’ impuesto por el maestro Sloukas.
vitoria - La sexta Final Four de la historia pasó definitivamente de largo para un Baskonia sumido en la impotencia en su despedida de la Euroliga. Superado de cabo a rabo, el conjunto vitoriano se estrelló ayer contra la cruda realidad de un inabordable Fenerbahce que hizo honor a su etiqueta de vigente campeón y claro favorito a revalidar su corona. Tras el conato de insurgencia protagonizado en el tercer asalto, llegó el baño de agua fría en forma de una derrota inapelable ante un rival en otra dimensión. Sobró ansiedad y faltó estabilidad en las filas alavesas. El corazón fue insuficiente frente a un dragón de múltiples cabezas que justificó sus sólidas hechuras en el Buesa Arena pese a contar con la ausencia de última hora de James Nunnally.
Se acabó el trayecto continental para un Kirolbet que descendió bruscamente a la tierra en un ejercicio de manifiesta inoperancia. Extenuado física y mentalmente, no pudo dar respuesta a la granítica tropa de Obradovic, esta vez sin fisuras y que extrajo petróleo de la munición procedente del trío integrado por Guduric, Melli y Kalinic. De poco sirvió el ramalazo de orgullo en las postrimerías del tercer cuarto. Las medidas traumáticas puestas en práctica por Pedro Martínez -una zona 1-3-1 o el ingreso del tocado Granger para revitalizar a una dirección bajo mínimos- propiciaron un parcial de 13-0 que fue sofocado por el Fenerbahce sin apenas despeinarse.
Eso sí, ni siquiera esta amarga derrota empaña la brillante trayectoria continental de un Baskonia de nuevo entre los elegidos. Posiblemente faltó alguna jornada más de la fase regular para aspirar a un escalón superior que le hubiese deparado un adversario algo más humano en el cruce previo a la Final Four. La velada se le indigestó desde el salto inicial y los pesados grilletes turcos no le dejaron maniobrar con el dinamismo ni el elevado ritmo que le caracteriza. La defensa de Obradovic se convirtió en un campo de minas y los referentes ofensivos locales vivieron un calvario a la hora de anotar con un mínimo de continuidad.
Fue una lucha estéril ante un molino de viento que encontró respuestas de todo tipo para amasar rentas sumamente plácidas (47-68). Ni las toneladas de ilusión ni el aliento del sexto jugador ejercieron de contrapeso ante el Fenerbahce, un muro de hormigón que no consintió ni las migajas. Queda ya únicamente la Liga ACB como tabla de salvación para poner un bonito broche a una temporada más acorde a lo esperado tras el cambio de timonel en el banquillo.
siempre a remolque La defensa azulgrana no ejerció esta vez un efecto intimidatorio como en partidos precedentes y, con una sabia lectura, el Fenerbahce se procuró francas suspensiones para embocar desde el perímetro. El talentoso Guduric ocasionó graves problemas con su devastador acierto y determinación en las penetraciones. Ni siquiera la tempranera segunda falta de Vesely representó una buena noticia a la hora de desbordar el músculo y el implacable físico del vigente campeón continental.
El Baskonia sufrió desde el arranque las acometidas de un Fenerbahce que elevó varios enteros su intensidad con respecto al martes y le devoró a base de misiles desde el 6,75. La estricta orden de Obradovic caló entre sus hombres. Apretar mucho más al hombre de balón con el fin de que la fluidez vitoriana se viera resentida con innumerables pérdidas y lanzamientos sumamente incómodos. A remolque en el marcador, con más corazón que cabeza y con una perniciosa ansiedad, el conjunto alavés vivió un suplicio. El Fenerbahce se manejó en ataque con una suficiencia inesperada, hizo suya la primorosa circulación de balón que caracteriza al anfitrión y siempre buscó las cosquillas en los flancos más débiles, como los continuos posteos de Kalinic a Janning. En los tramos de mayor oscuridad, tan solo Huertas encontró una autopista exenta de obstáculos hacia el aro otomano en su emparejamiento con Sloukas.
El base griego dominó a su antojo el tempo de la velada y Obradovic también agradeció el empuje de Melli con el paso de los minutos. La versatilidad del italiano careció de antídotos en un Shengelia desconocido. El lenguaje corporal tampoco fue un buen indicativo para intentar agarrarse a un partido tiranizado por el Fenerbahce, que aprovechó el progresivo desquiciamiento del Kirolbet con el arbitraje. Pedro Martínez buscó medidas desesperadas para revertir el signo del encuentro, pero nada surtió efecto ante la suficiencia turca.