Vitoria - Muy pocos equipos pueden permitirse el lujo de realizar una defensa tan trabajada como la del Fenerbahce, basada en los continuos cambios automáticos que no permiten casi nunca extraer ninguna ventaja en el bloqueo directo, la jugada que posibilita hoy en día dentro del baloncesto moderno el mayor número de canastas. Al Baskonia se le volvió a atragantar el pasado miércoles esta célebre maniobra táctica de Obradovic, un entrenador que sabe minimizar como nadie las virtudes de las estrellas rivales.
La lectura ofensiva para dar respuesta al planteamiento del serbio volvió a resultar muy deficiente en el asalto inaugural. El Kirolbet no supo leer las ventajas de algunos emparejamientos en los que uno de sus hombres altos se veía defendido por un pequeño del Fenerbahce. Especialmente a lo largo de una errática primera mitad, infinidad de posesiones azulgranas se consumieron sin un lanzamiento a canasta, lo que aumentó la brecha en el marcador y alimentó la confianza de un anfitrión cuya intensidad tan solo se resintió tras el intermedio cuando gozaba de una plácida renta en el electrónico.
Hay un dato inequívoco que justifica las tres derrotas cosechadas esta temporada por el Baskonia ante el actual monarca de la Euroliga. En ningún partido ha sido capaz de superar la barrera de los 74 puntos cuando su media en la máxima competición sobrepasa con creces los 80. El vitoriano es el tercer máximo anotador, superado tan solo por el CSKA y el Real Madrid. Sin embargo, su tradicional vértigo siempre es atajado por un maestro como Obradovic, empeñado en que no sume canastas fáciles en transición y propiciar sus ataques posicionales.
Favorecido por un abrumador poderío físico y atlético, el éxito del cuadro turco siempre reside en afear los encuentros y sacar de su patrón de juego a los adversarios. Contados han sido los minutos en que el Baskonia, que siente devoción por los partidos con un alto número de posesiones y a tumba abierta, se ha sentido cómodo ante un conjunto que solo puede ser desbordado a base de una rápida circulación de balón y, en ocasiones, notables dosis de descaro. Como las protagonizadas hace 48 horas por Vildoza. El base argentino, bastante desconocido aún dentro del baloncesto europeo, instigó el estéril intento de remontada tras el descanso. A base de llevar el balón al suelo, tomar la iniciativa en la faceta anotadora y causar desequilibrios, se erigió en el agitador que necesitaba el Kirolbet para ser un grupo competitivo. - O. San Martín