vitoria - Marcelinho Huertas tiene ante sí la posibilidad de convertirse a partir del viernes en el máximo asistente histórico de la Copa del Rey. El veterano base del Baskonia, ganador de este título en 2013 con el Barcelona, se halla en condiciones de desplazar en dicho apartado estadístico a quien fuera su entrenador en Vitoria al comienzo de esta temporada y el hombre que en el pasado mercado estival puso toda la carne en el asador con el fin de que viviera su segunda etapa en el Buesa Arena.

Un ilustre ya retirado y a punto de iniciar una nueva etapa profesional en los Knicks como Pablo Prigioni se mantiene todavía como el jugador que más pases de canasta ha conseguido en la Copa con 109. Eso sí, le sigue a una corta distancia el brasileño con 101, por lo que no sería de extrañar que le sobrepase en breve a poco que el conjunto vitoriano consiga superar alguna eliminatoria en la cita prevista desde mañana en el Gran Canaria Arena.

Por tanto, se trata de una motivación añadida para que, a las puertas de un momento trascendental de la temporada, uno de los fichajes más discutidos y con un rendimiento ciertamente discreto hasta la fecha dispare por fin su cotización y se reivindique ante los ojos del baskonismo. Y es que el papel de Marcelinho no se corresponde con las elevadas expectativas fijadas por el club en su día cuando Josean Querejeta se adelantó en el último momento al Unicaja para cerrar su llegada a Vitoria.

Todo hacía indicar que el Baskonia iba a suplir la traumática marcha de Shane Larkin a los Celtics con otro timonel procedente de Estados Unidos, pero finalmente se impuso el criterio de un Prigioni partidario de fichar a un director de juego de su extrema confianza que pudiera convertirse en su prolongación sobre la cancha.

Si bien Huertas ha dejado destellos aislados de calidad en ciertas fases, han primado mucho más las sombras que las luces en su rendimiento. Sus limitaciones resultan más visibles en la Euroliga, donde abundan los bases extremadamente atléticos y veloces capacitados para dejarle atrás cuando le encaran en el uno contra uno. Entonces su escasa presencia física le penaliza hasta límites insospechados. Hasta el punto de que Luca Vildoza, un espectador de lujo hasta hace bien poco en la capital alavesa, le ha adelantado en la jerarquía establecida por Pedro Martínez en la dirección.

Con su bisoñez y sus imperfecciones, el argentino ha brindado el ritmo, la electricidad y el vértigo que necesitaba el Baskonia para quebrar la monotonía de su ofensiva. Con dos años de contrato en el Baskonia que difícilmente cumplirá si no eleva de forma exponencial su tono en los pocos meses que restan para acabar el actual ejercicio, Marcelinho confía en que esta Copa suponga la rampa de lanzamiento hacia su eclosión definitiva. Nada mejor que el escaparate de la Copa para que rememore sus grandes noches como azulgrana.